—¿Preguntar a los fantasmas? —Basil Jaak rompió en un sudor frío—. ¿Cómo podría preguntar algo así?
Los dos estaban tumbados en la cama, charlando de un lado para otro, con Xenia ocasionalmente tratando con Basil, dejándolo sin palabras.
Para entonces, había experimentado la afilada lengua de Xenia. Ella se agarraba al pequeño incidente entre él y Lidia Blanco, constantemente regañándolo hasta que él se sentía destrozado.
—¡Acabo de convertirte de una niña en una mujer, por qué me tratas así! —Basil se sentía muy deprimido por dentro.
—Humph, no puedes decir nada ahora, ¿verdad, mujeriego? —Xenia continuó agresivamente, sin darle a Basil espacio para respirar.
Basil solo podía extender las manos impotente, —Está bien, ganas. Solo quería decir que tu físico es un poco extraño, eso es todo... No necesitas entrar en pánico, haciendo una montaña de un grano de arena. —El tono de Basil era de compromiso reacio, tratando de calmar la situación.