Uno a uno se formaron para sacar los números, y Basil Jaak fue el tercero desde el último, dejando solo tres números en la caja.
Había dieciséis números, y cada número tenía dos lotes, el lote correspondiente significaba que eran oponentes.
Basil Jaak se acercó a la caja para sacar los números sin dudar y sacó una tableta de madera: el número 8.
Luego, se apartó, contemplando quién podría ser su oponente, cuando una voz sonó desde atrás:
—Heh, número 8, no es un mal número, bastante afortunado de hecho. Seguro que empezarás con buen pie.
La voz le resultaba familiar, y Basil Jaak supo sin darse la vuelta que era Ernesto de la Isla Piedra Trueno, ¡la misma persona con la que acababa de tener un encontronazo verbal!
¡Hablando de adversarios destinados a encontrarse de nuevo!
Basil Jaak no pudo evitar sonreír con ironía. Luego caminó hacia Ernesto con una expresión grave, mostrando su número 8 y dijo:
—Para mí, el número 8 es muy afortunado; para ti, es una pesadilla.