Osian Torres sostenía una cadena de hierro en su mano, controlando la enorme red, sus ojos llenos de intensa emoción —Hombre Tiburón, realmente es un Hombre Tiburón, y uno completo, no un humano que se infectó en secreto.
—Todos los Cazadores de Tiburón, merecen morir.
Los ojos del Hombre Tiburón estaban inyectados de sangre, llenos de venas carmesí, y con un rugido, comenzó a luchar violentamente.
La lanza en su mano giraba rápidamente, danzando en el aire, intentando cortar la red de hierro que encerraba a Osian Torres y sus compañeros.
Desafortunadamente, la red de hierro era demasiado resistente para ser cortada.
Osian Torres ladró una orden —¡Hermanos, a moverse!
—Matar a este Hombre Tiburón, y tendremos suficiente para una dote. Olvídense de coches de lujo y villas, incluso yates y aviones, podremos comprar.
—Hay una organización europea que está dispuesta a pagar un precio de quinientos millones de dólares por el cadáver de un Hombre Tiburón.