—¡Bang! —exclamó William Cole, y sin mostrar piedad, una patada para cada persona, enviando al grupo entero que venía hacia él volando.
—¡Puh! —En el último segundo, justo cuando la novena aguja en la mano de Martha Davidson estaba a punto de penetrar en el cuerpo de Josephine Hayes, él agarró la muñeca de Martha Davidson.
—¡Tú... suelta! —Martha Davidson, sujetando la aguja de plata, no conseguía moverse. La fuerza de William Cole era simplemente demasiado grande, como la de un oso.
William Cole se burló:
—No puedo soltarla de ninguna manera. —Usas la Aguja de Reanimación Nueve-nueve para hacer daño a las personas, ¿y esperas que la suelte? ¿Aprendiste tus habilidades médicas de un perro? ¿Es esto lo que te enseñó tu maestro?
—Tú... —Martha Davidson estaba impactada de que William Cole supiera sobre la Aguja de Reanimación Nueve-nueve; lo miró con incredulidad—. ¿Qué tonterías estás diciendo?