Mirando a la multitud vestida con harapos y de rostros pálidos frente a él, algunos viejos, algunos jóvenes, Pedro Brown no pudo evitar sorprenderse un poco.
—¿Maestro?
Una hermosa mujer miró a Pedro Brown con incertidumbre.
El hombre de mediana edad sonrió y dijo:
—Compañero inmortal, estas personas son sus familiares. Pasé algún tiempo buscándolos antes de poder reunirlos a todos.
—¿Realmente son sus familiares?
La chica que fue la primera en expresar su deseo de comprar de vuelta a su hermana dijo preocupada:
—Maestro, esta es mi hermana menor, Kate Brown, y estos otros son mis padres y hermanos. Ruego misericordia al maestro para comprarlos, y serviré diligentemente al maestro.
—Eres Lily, ¿verdad? —Pedro Brown recordó que ella era la hermosa mujer que tocaba excepcionalmente bien la cítara.
—Esta sirvienta es en efecto Lily.