—¡Qué basura! —exclamó indignado—. ¡Atreverse a mostrar desprecio al Anciano Supremo!
La voz gélida de Jiang Cheng resonó por todo el gran salón. En ese momento, nadie se atrevió a moverse. Su respiración parecía sofocada como si una mano invisible la oprimiera.
—¡Esto era fatal!
—¡Esta era la primera vez que los discípulos de la Puerta Bloqueadora de Almas veían a su Líder de la Secta perder los estribos!
Después de un largo rato, el aura de Jiang Cheng se estabilizó, y todos los presentes no pudieron evitar soltar un largo suspiro de alivio. Sin embargo, los ojos de Jiang Cheng todavía parpadeaban con llamas mientras continuaba:
—¿Qué más dijo ese tipo?
—Líder de la Secta, ¿realmente quieres que continúe?
—¡Deja de decir tonterías y habla!
—Dijo que nuestra Puerta Bloqueadora de Almas no es más que basura...