—En diez días, te esperaré en la Puerta Sagrada. ¡Te llevaré conmigo! —dijo el anciano.
—¿Me das una tarea tan grande y solo me das este hechizo? —respondió Ren Feifan.
—Ya te he dado una técnica secreta antigua, ¿todavía no estás satisfecho? —resopló fríamente el anciano.
—Arruinaste las cosas entre mi esposa y yo, por supuesto, no estoy satisfecho. Aunque no me des algo para protegerme, al menos deberías ofrecer alguna compensación —debería haber compensación por angustia mental —decidió Ren Feifan fingir descaradamente.
—Chico, estas runas no son de baja categoría; incluso en la Puerta Oculta, son tesoros invaluables. Pueden manejar la mayoría de las emergencias. ¿Estás satisfecho ahora? —sacó el anciano una docena de runas multicolores de su ropa harapienta.
—Anciano, sabía que eras confiable. Gracias. Desde ahora, tus preocupaciones son mis preocupaciones —arrebató Ren Feifan las runas con una sonrisa, palmeó el hombro del anciano y elogió.