Ren Feifan ya no deseaba escuchar el lavado de cerebro del Rey Demonio.
De hecho, como un viejo monstruo que había vivido durante mil años, sus palabras eran astutamente persuasivas.
Aunque todo lo que el Rey Demonio decía podría ser verdad, también podría ser falso—¿quién podría garantizarlo?
No era testigo directo de la historia; escuchar a otros apenas era de utilidad.
Solo podía descubrir la verdad paso a paso por sí mismo.
La responsabilidad era pesada y el camino, largo.
Después de un rato, Ren Feifan miró al Rey Demonio frente a él y dijo:
—Consideraré el plan que me diste. En cuanto a cuándo, ya veremos. A menos que sea absolutamente necesario, no quiero involucrarme con la Secta Demoníaca.
El Rey Demonio resopló fríamente y de inmediato se transformó en una masa de niebla negra, perforando el segundo Pilar de Piedra del espacio misterioso.
De repente, todo el mundo se quedó en silencio.