Después de oír las palabras del poderoso tigre, Ren Feifan comenzó a levantarse cautelosamente. Podía sentir que el altar era sagrado e intocable, y un movimiento descuidado podría costarle potencialmente la vida.
—¿Qué exactamente es este lugar? —Ren Feifan no pudo evitar preguntar.
Las pupilas del tigre se oscurecieron, su mirada fijada en la oscuridad dentro de la cueva, como si algo allí lo estuviera atrayendo. De repente, el poderoso tigre habló, su fría voz resonando:
—El altar de los fuertes fallecidos. Lo inevitable finalmente ha llegado, Maestro, ¡ten cuidado!
Ren Feifan se sorprendió y sintió que algo estaba mal. No importa lo que estaba pasando, ¡sacó directamente la Espada Polvo Antiguo! La Espada Polvo Antiguo vibró ligeramente, parpadeando con una poderosa voluntad de lucha. De repente, se escucharon pasos desde dentro de la oscuridad. Los sonidos eran ligeros, como si pisaran almohadones de algodón. ¡El oponente era fuerte!