Capítulo 11: Puntería

29 de Septiembre de 2021

Día 68

Cuando Nicolás hablaba "reponer el tiempo perdido" era enserio. Después de entrenar hemos estado trabajando en la camioneta prácticamente de sol a sol con descansos breves para comer.

¿El resultado? Un todoterreno modificado que parece sacado de una película de zombis.

—Con esto podríamos pasar sobre una horda entera de cristalizados sin siquiera notarlo —exclamo exhausto y a la vez aliviado de que terminamos con los últimos detalles.

—Creo que incluso podríamos derribar a un coloso —responde limpiándose las manos—, mientras solo sea de núcleo doble debería ser factible.

—¿Hay mucha diferencia entre uno formado por dos cristalizados a uno de tres?

—El primero puede alcanzar los 2.5 metros de altura, mientras que el segundo roza los 3.

—No parece mucho, solo es medio metro más.

—Si, en principio "solo" eso —responde haciendo comillas con los dedos—, imagina a un jugador de la NBA, no es "solo" más alto que tú, también es más robusto, más pesado y en general más grande en todos los sentidos, tendrías que ver a los colosos en persona para entender.

—Creo que asi estoy bien… ya he visto suficientes cristalizados especiales.

—Las fusiones entre ellos son eventos poco comunes, aunque conforme pasen los meses las probabilidades juegan a su favor.

—Una razón más para salir de aquí lo antes posible.

—Bien dicho y con esto finalizado estamos un paso más cerca, ahora solo queda un último viaje de exploración.

—¿Por combustible?

—En efecto, si conseguimos la cantidad necesaria podremos salir ipso facto.

—Ipso facto… ¿Inmediatamente? —lo lógico es no perder tiempo, pero…

—¿Por qué esa lúgubre expresión?

—Nada, nada —no puedo pedirle algo como esperar a Rubén y Santiago, no después de hacer que recobrara su motivación y retomara el plan para salir de aquí, seria… hipócrita, además tras tanto tiempo ellos dos podrían ya no…—. ¿Y cuál es el plan? La última vez fue como buscar una aguja en un pajar.

—Eso es porque las agujas se buscan en los alfileteros, no en pajares.

—Aha…

 —Para nuestra suerte o desgracia hay un lugar que sin lugar a dudas tiene suficiente diésel para cumplir nuestros requerimientos —dice con un tono de angustia—. Al noreste de aquí está el CEDIs de una gran empresa de cárnicos, deberíamos poder conseguir suficiente de sus camiones de reparto.

—Eso suena muy conveniente —respondo sorprendido mientras me intento orientar—, y estando en esa dirección…

Ahora entiendo el porqué de su tono de voz. Al noroeste esta la zona helada… y si el lugar del que habla es el mismo que tengo en mente, la ubicación está prácticamente en la frontera de zonas.

—Quizá buscar otras alternativas sea mejor… es decir, es un viaje peligroso, además de que nos arriesgamos a equivocarnos y no encontrar nada.

—Me consta que hay suficiente combustible, es el mismo que Cruz y yo tuvimos que dejar atrás a causa del bielemental y… de la herida fatal que ella recibió… —sé que lo alenté a salir de aquí lo antes posible, pero quizá esto es ir rápido.

—Optar por la vía rápida sin medir riesgos no es buena idea —replico con una postura firme.

—La vía lenta y "segura" tampoco es mejor. Ir sin rumbo en otra dirección y pasar más tiempo expuestos solo aumentara las probabilidades de una tragedia. La pelea con el esquelético y el incendio que tuvimos que causar son ejemplos de ello —argumenta—, además, tarde o temprano tendremos que adentrarnos a la zona helada, lo más racional es familiarizarnos con las amenazas a las que nos enfrentaremos.

—No, lo racional seria evitar el lugar por donde ronda un bielemental con complejo de metralleta.

—Estamos contrarreloj, si el invierno nos alcanza no habrá manera de salir de aquí, pero más allá de ello, si sugiero esto es porque confió plenamente en tus capacidades, sé que estas listo para algo asi.

—Yo no…

—Te has vuelto muy fuerte, no solo físicamente, el espíritu y la convicción que ahora reflejas sobrepasó mis expectativas —sus palabras de aliento no son realmente objetivas… pero es difícil discutir al ver una confianza tan cálida e intensa en los ojos de alguien—, y si te tranquiliza, a los cristalizados les gusta deambular sin descanso, llegados a este punto el bielemental debe estar al otro lado de la ciudad.

—Eso es cierto… pero…

—Y no subestimes a nuestro Magnus opus —exclama con confianza y emoción a la vez que alza el brazo con la versión definitiva del cañón ballesta que creamos entre los dos.

—Aún no lo hemos probado en combate real… técnicamente sigue siendo un prototipo.

—Ten más fe en nuestra creación —me regaña—, le dedicaste noches enteras y una inmensa cantidad de esfuerzo, este no es una simple arma, es la materialización de la fortaleza de tu espíritu.

—Está exagerando… —digo recreando el cañón ballesta en mi brazo esbozando una sonrisa involuntaria en mi rostro—, pero supongo que tiene algo de razón.

—En efecto, créeme que comprendo ese orgullo y felicidad al ver como toman forma los diseños que tanto te costaron, es catártico —exclama con admiración—, pero ya hace hambre, hoy haremos un festín para cenar, aún quedan unas cuantas latas de jamón enlatado.

—En el pasado nunca me hubiera imaginado que "festín" y "jamón enlatado" podrían usarse en la misma frase —bromeo haciéndolo reír—, ¿Pero cuál es la ocasión especial?

—Completamos la camioneta y mañana partimos en un último viaje antes de irnos, asi que hay que tener una buena cena —exclama de manera jovial—, después de todo, también podría ser la última.

Pese a lo tétrico de su afirmación, la sonrisa en su rostro asi como su alegre tono de voz no flaquean. Me es difícil saber si está bromeando, si está siendo excesivamente positivo… o es parte del "Nuevo" y más honesto Nicolás.

 

30 de Septiembre de 2021

Día 69

—Logramos cubrir bastante distancia en lo que va del día, llevamos muy buen ritmo —exclama mientras nos tomamos un respiro de la extensa caminata que iniciamos al amanecer—, si todo sale bien podremos regresar sanos y salvos mañana en la noche.

—En las películas, cuando alguien dice que todo va bien… es cuando las cosas empiezan a ir mal —bromeo en un intento de calmar mis nervios e ignorar el frio, que, conforme nos acercamos a la zona helada, se hace cada vez más insoportable.

—¡Patrañas! Tenemos que ser positivos y diligentes —replica levantándose de golpe y reanudando el paso sin esperarme.

 

El atardecer tiñe la ciudad de naranja con sus últimos rayos de luz, para luego verse sumergida en una completa oscuridad causada por algunos nubarrones de la frontera que llegaron hasta acá, despojándonos de la poca visibilidad que la luna nos otorgaba.

Los recuerdos de una ciudad en la que reinaba el bullicio y la iluminación artificial las 24 horas del día contrastan con el paisaje actual, donde la oscuridad es tan intensa que te ciega y el silencio es tan abrumador que aturde.

Con solo un par de linternas cuyas pilas son incluso más valiosas que la comida, esperar a que la noche pase es el mejor curso de acción. Nos adentramos en una casa, la cual, tras despejar de posibles amenazas y bloquear todas las entradas, se convierte en nuestro refugio hasta el siguiente amanecer.

 

—Ya es mi turno… ¿No…? —mi pregunta es acompañada de un gran bostezo.

Mi reloj marca una hora más tarde de la que acordamos para hacer el cambio de guardia. Suelo ser mejor controlando mis ciclos de sueños, pero… dormir en un buen colchón después de tanto tiempo me lo puso muy difícil.

—Oh… no me percate de ello—contesta Nicolás a un costado de la ventana con su mirada absorta en el exterior.

—¿Sucede algo afuera? —pregunto intrigado.

—No… solo rememoro el pasado mientras admiro la luna.

—¿Cuál? —pregunto con sarcasmo. El cielo se despejo un poco pero no hay mucho que apreciar en el cielo—, apenas y se ve un pedacito de ella.

—Una lúnula menguante también tiene su encanto.

—¿Una que…?

—Es la fase lunar de hoy.

—Aha… —respondo con un poco de desinterés, sus pasatiempos son tan excéntricos como él mismo.

—En Japón, decir que la luna se ve hermosa es un manera poética de decir "Te amo" —empieza a explicar de la nada con una voz sosegada.

—No entiendo que tiene que ver una cosa con la otra.

—Yo tampoco, pero Irina se me declaro de esa manera, aunque tuvo que explicármelo después de la cuarta vez que intento decírmelo con indirectas —añade riéndose—, por eso este hermoso astro siempre me recuerda a ella.

—Eso explica muchas cosas.

—Si encuentras a la persona indicada, cuida de ella, actúa siempre en pos de un futuro en el que no termines sumido en el arrepentimiento —dice tras un corto silencio con una voz melancólica—, como yo…

—¿Bromea? Seguir con vida ya me cuesta suficiente trabajo, ponerme a pensar en el amor ya es avaricia —digo en un intento de hacerlo reír—, aparte, no sé si se ha percatado pero no soy muy bueno en eso de hacer amigos.

—Sonara extraño viniendo de un señor cincuentón pero eres un buen partido, en especial ahora que tiene menos competencia.

—No pues que halago —replico fingiendo indignación.

—Te estoy tomando el pelo —se ríe mientras se quita de la ventana—, pero realmente deberías tener confianza en ti mismo, eres una buena persona, quien logre darse cuenta de lo que vales será muy afortunada… o afortunado, yo no juzgo.

—Ya váyase a dormir, está empezando a desvariar del sueño, pensar en que es posible jugar a los novios en una situación como esta.

—Te sorprenderían las situaciones en las que mucha gente encuentra el amor… si te contara como nos conocimos Irina y yo… —añade riéndose para sus adentros.

—Una noche bajo la luz de la luna ¿No? —recuerdo que menciono algo asi.

—El cómo ambo nos terminamos conociéndonos a mitad de la noche es una historia que encontrarías difícil de creer —contesta mientras se dirige a la cama—, pero esa es historia para otro día.

Dejándome en una intriga total se acuesta sin decir ninguna palabra más, probablemente riéndose por dentro ya que sabe que no puedo pedirle más detalles tras haberle "robado" una hora por quedarme dormido.

 

01 de Octubre de 2021

Día 70

—No hay moros en la costa, cúbreme —me susurra Nicolás.

Avanzamos con precaución hacia el estacionamiento donde se encuentra nuestro objetivo: Los camiones

—Perfecto, el tanque parece estar lleno… si tan solo pudiéramos encender el camión y llevarlo con nosotros…

—Con el par de bidones que traemos será suficiente —contesto en un intento de apresurarlo.

—Lo sé, lo sé, la avaricia rompe el saco.

Mientras me mantengo atento a los alrededores, Nicolás saca las herramientas necesarias de su mochila y en menos de un minuto el tenue sonido del diésel fluyendo por la manguera se hace presente, no obstante, es inmediatamente solapado por las inconfundibles pisadas de un cristalizado.

—¿Lo logras divisar?

—Si, es solo uno —respondo mientras creo el cañón ballesta en mi brazo a gran velocidad, fruto de mi constante práctica.

—¿Puedes encargarte por tu cuenta?

—Pan comido —digo sobrado de confianza.

Solo pude probar el cañón ballesta un par de veces el día de ayer, pero fueron suficientes para confirmar su efectividad, una parte gracias al empeño que pusimos en su diseño, pero también por las habilidades que obtuve al entrenar constantemente.

 

Habilidad Pasiva Creada

Puntería Excelsa – Tu puntería aumenta exponencialmente cuando te concentras

 

Habilidad Aprendida

Pulso Firme – Puedes quedarte completamente quieto a voluntad . Aumenta tu estabilidad y sigilo.

 

Apuntar con el cañón no es algo sencillo, su rudimentario diseño lo hace carecer de precisión, pero gracias a esto puedo compensar esa desventaja.

Levanto mi brazo buscando acertar a su cráneo, un objetivo más pequeño y difícil, pero que me asegura poder abatirlo si acierto. Ayer me quedo claro que con la potencia actual es imposible atravesar su pecho y destruir su núcleo con un solo disparo, intentarlo solo revelaría mi posición.

Activo Respiración Zen, Concentración Profunda y Pulso Firme, con esto los cristalizados normales ya no son una amenaza.

Al liberar el gatillo la estaca sale disparada a gran velocidad directo hacia su…

¡Rayos!

—¿Todo bien? —me pregunta ante mi sobresalto.

—Si, si, si… no pasa nada —con una risa nerviosa empiezo a recargar la ballesta con la mayor rapidez y discreción posible.

—Confianza sin tasa empobrece tu casa —me sermonea con una sonrisa mientras sostiene la manguera—, ¿Necesitas ayuda?

—Aun no, puedo con esto.

Listo para volver a disparar, me asomo para ver al cristalizado, la estaca le rozo la cara haciéndole un rasguño con el cual lo único que logre fue ponerlo alerta.

Respiro profundo, salgo de cobertura y apunto directo a su cráneo una vez más. Nota mi presencia al instante, pero, antes de que pueda dar un paso hacia mí, el disparo ya está hecho.

Un impacto limpio y certero en la cara lo lleva al suelo.

—Le dije que era pan comido —alardeo como si no hubiera fallado el primer tiro.

Petrifico mi otro brazo y avanzo a toda prisa hacia el tembloroso manojo de piedras incapaz de siquiera ponerse de pie, lo más importante es dar el golpe de…

Un segundo cristalizado salta sobre mi desde atrás de un camión, un maldito punto ciego. Con unos reflejos agudizados tras tantos combates de entrenamiento, respondo al instante interponiendo mi mano petrificada entre sus dientes y mi cuello. Pese a ello, su embestida es suficiente para derribarme.

—¡Marco! —se asusta Nicolás al asomarse y verme forcejear en el suelo.

—¡No pasa nada! ¡Lo tengo bajo control! —estoy seguro que desde su perspectiva no se ve asi.

Sus garras intentan lacerar mi brazo para liberarse de mi agarre pero la piedra que me protege es, en su mayor parte, suficiente para evitarlo.

Nicolás corre en mi auxilio pese a que no es necesario, después de todo, solo necesitaba un par de segundos más para recargar.

Un solo disparo del cañón ballesta no es suficiente para destruir el núcleo… pero si es a quemarropa las cosas son diferentes.

La estaca atraviesa su pecho de una manera increíblemente limpia, el cristalizado ni siquiera logra reaccionar, solo se queda inerte confirmándome que fue un golpe fatal.

—Lo sé, lo se… pésima ejecución de mi parte —le digo a antes de recibir otro sermón mientras me da la mano para ponerme de pie.

—Iba a decir que lo gestionaste de manera bastante optima —para mi sorpresa, me elogia a la vez que le da el golpe de gracia al que sigue en el suelo—. Te confiaste de más y fuiste muy imprudente, un error potencialmente fatal, pero lograste responder adecuadamente y salir… parcialmente ileso.

—Esto no es nada —unos cuantos aruñones alcanzaron mi brazo pero no tardaran mucho en dejar de sangrar y petrificarse por lo que no hay razón para preocuparse—, por cierto, ¿Quito la manguera del bidón?

—¡Caramba! —exclama mientras corre hacia el camión—. No podemos desperdiciar combustible en un momento como…

—¡¡Cuidado!! —justo antes de que gire hacia donde está el tanque, tomo su hombro y lo jalo hacia atrás con todas mis fuerzas llevándolo al suelo. Tan solo una fracción de segundo después las cuchillas que estaban por empalarlo impactan contra la carrocería atravesándola como mantequilla.

—¿¡Que…!?

—¡¡Arriba!! ¡¡Arriba!! ¡¡Hay que cubrirnos!!

Jalo a Nicolás hasta estar fuera del alcance de esa cosa mientras otra ronda de disparos hace trizas todo, desde la cajuela hasta el suelo.

—¿¡Que diantres…!? ¿¡Que nos está atacando!? —me cuestiona con un evidente miedo de ya saber la respuesta.

—No se… estaba muy lejos, fue todo muy rápido —exclamo aterrado intentando controlar mi respiración—, era un cristalizado, pero su brazo era deforme y descomunal, de ahí salieron disparados esas cuchillas de…

—Hielo… —su voz flaquea a la vez que su rostro palidece.

—¡Tenemos que salir de aquí!

—¡No! —me refuta apretando mi brazo para que no me mueva—, necesitamos un plan… una manera de hacerle frente…

—¿¡Esta demente!? ¡Enfrentarlo es una condena de muerte!

—¡¡Huir es una condena de muerte!! —replica igual o más angustiado que yo—. ¡Desde su posición actual, no importa por donde intentemos correr, estaremos en su campo de visión!

—¿¡Entonces mejor saltamos directo a la boca del lobo!? —cuestiono su descabellada idea con impaciencia.

—¡No estás entendiendo! —me grita desesperado— ¡Un solo rasguño de esa cosa y se acabó! Pero si al menos conseguimos su núcleo podremos revertirlo.

—¿¡Entonces cual es el plan!? —pregunto con una ráfaga tras otra despedazando el camión y crispándome los nervios.

—¡No lo sé!

Con ambos entrando en pánico terminaremos muertos. Activo la habilidad de Respiración Zen múltiples veces hasta que logro pensar con un poco más de claridad.

—Para un plan necesitamos toda la información, recapitulemos todo lo que sabemos de esa cosa.

—Es lento, no puede correr rápido —responde al instante de una manera más enfocada—, no obstante, sus reflejos son más veloces que los de un esquelético, más allá de eso, sus capacidades son similares a las de un cristalizado regular.

—¿Qué más?

—Sus disparos no son irregulares, los hace en ráfagas de tres, después hay una pequeña pausa y repite, por lo que es posible predecirlo un poco… pero un solo rasguño y…

—Lo sé, lo se.

—¡Espera! ¿¡Escuchas eso!?

—¿Qué cosa?

—El silencio… —estábamos tan sumidos en el pánico que no nos percatamos de que esa cosa ceso el fuego.

Nicolás crea un escudo de piedra bastante denso para intentar dar un vistazo, pero en cuanto sale de cobertura una ráfaga de cristales hielo hace presencia.

No estoy seguro si es más impresionante la rapidez y precisión del bielemental o que, pese a no atravesarlo, lograra hacer un daño considerable a un escudo creado por Nicolás.

—Me falto añadir algo sobre sus capacidades —dice con la respiración acelerada por el susto—, esa cosa es… especial…

—¿Qué? —replico extrañado.

—No se explicarlo bien, pero algo en esa cosa es diferente a los otros cristalizados… algo en su comportamiento…

—Esto solo empeora…

—Al menos logre ver su ubicación, está a 20 metros y aproximadamente 30 grados a nuestra izquierda —contesta poniéndose de pie.

No pierdo el tiempo asombrándome o cuestionando sus cálculos tan precisos realizados tras solo un vistazo de una fracción de segundo.

—El tiempo de reacción de esa cosa es inhumano… —musito pensando en voz alta.

—Tal y como lo acabas de presenciar.

—Pero solo puede disparar ráfagas desde uno de sus brazos ¿No es asi?

—Afirmativo…

—Entonces si ambos corremos en dirección contrarias no podrá contra ambos.

—¡Es un plan suicida!

—No hablo de solo correr sin cuidado, llevaremos los mejores escudos que seamos capaces de crear, inevitablemente uno será atacado primero, en ese momento el otro avanzara mientras ataca al bielemental con el cañón ballesta hasta ganarse su atención y asi permitirle al otro avanzar.

—Y con suficientes aciertos lograríamos debilitarlo hasta que sea incapaz de atacar —asiente tras meditar el plan un par de segundos—, usando las puntas metálicas debería ser posible.

—Dividiendo su atención también lograremos disminuir su velocidad de disparo, quiero pensar que eso nos hará ganar suficiente tiempo para recargar y reparar constantemente los escudos —explico no muy convencido de mi propia idea.

—Si avanzamos hacia los camiones de la entrada podremos usarlos como cobertura y recobrar el aliento, también será imperativo el uso de cristales para acelerar la reparación.

—El problema es que si se nos acaban a la mitad estaremos en aprietos…

—Considero que tenemos suficientes, el verdadero problema es otro —añade pensativo— ¿Puedes crear un escudo lo suficientemente resistente para soportar los disparos del bielemental?

—Mierda… —maldigo mi propia debilidad.

—Yo puedo crear uno para ti, solo tendrías que centrarte en repararlo, pero… te será el doble de difícil…

—Es nuestra mejor alternativa.

—Entonces asi tendrá que ser… tu tomaras la izquierda, por ese lado está el camión más cercano —me ordena mientras empieza a crear con empeño lo que decidirá si viviremos o no.

Mientras tanto yo no había contemplado la diferencia entre un camino y otro, entre más distancia hay más riesgo… sin duda este es un plan hecho a las prisas y con demasiadas lagunas…

—No subestimes su poder —me advierte a la vez que me da un escudo tan grande como yo y de un peso exagerado. Intentar correr con esto será toda una odisea—. Dedica el 100% de tu energía en mantenerlo en su mejor forma.

Con ambos preparados y los cañones ballesta cargados, cada uno camina en una dirección mientras nos mentalizamos para un plan sin garantías de éxito… aunque en realidad ¿Cuándo hemos tenido las probabilidades a nuestro favor?

—¿Estas… listo…? —su voz nerviosa no ayuda, pero no tengo de otra más que asentir—. ¡Ya!

Nicolás da el primer paso un segundo antes de dar la señal ganándose la atención del bielemental. El ensordecedor retumbar de las cuchillas de hielo impactando con el armatoste de piedra que carga me sobresalta, pero no puedo detenerme para ver si está bien, debo avanzar lo más posible y empezar el contrataque.

Tras un par de metros me planto con firmeza en el suelo, apunto hacia el origen de las cuchillas y por primera vez logro tener una vista clara de esa cosa.

Los cristalizados son de por si una abominación, los esqueléticos parecían ser la cúspide en ese horror… pero el bielemental frente a nosotros está a otro nivel. Hay algo en su complexión… algo en su "rostro", si es que aún es posible llamarlo asi, algo que me crispa los nervios con solo verlo.

Su cuerpo parece la fallida fusión entre el hielo y la roca, creando extrañas e irregulares texturas por todos lados. Su enorme y amorfo brazo del que salen disparadas esas cuchillas es lo primero que llama la atención, pero destaca aún más su cara, muy diferente a la de los otros cristalizados que solo tienen una inexpresiva "boca" y los restos de los que alguna vez fueron hendiduras oculares.

Paradójicamente, pese a que es el cristalizado más deforme y extraño que he visto… también es el que, por alguna razón, parece más humano.

Desecho esos pensamientos de mi cabeza, no puedo distraerme en este momento.

La distancia es demasiada como para hacer un disparo certero por lo que mi primer intento falla, pero logro hacer que se sobresalte y detenga su asalto contra Nicolás.

Mi segundo disparo da de lleno en su tórax, no obstante, a causa de la distancia, o quizá su resistencia, apenas y parece hacerle daño. Intento atacarlo una vez más pero las ráfagas de hielo, ahora dirigidas hacia mí, me obligan a cubrirme. De inmediato siento como el escudo empieza a hacerse polvo, el poder destructivo de esa cosa es inaudito.

Volteo de reojo hacia Nicolás mientras hago mi mejor intento por mantener el escudo entero. Aún se encuentra recargando, no es muy veloz en ello asi que tengo que aguantar un poco más.

Aun usando Concentración Profunda y Pensamiento Lateral intentar reparar el daño y recargar la ballesta al mismo tiempo exige todo mi enfoque, por lo que cuando la ráfaga cesa aun no logro estar listo.

A diferencia de mi disparo, el de Nicolás parece haber hecho más daño, su puntería y velocidad es menor, a cambio, su cañón ballesta es mucho más fuerte que el mío.

Repetimos lo mismo un par de veces hasta que casi antes de llegar a la cobertura veo que mi ángulo de disparo es obstruido por una columna al lado del bielemental.

—¡¡Aguante un poco más!! —vocifero al aire mientras continuo avanzando— ¡No puedo disparar desde aquí!

Aprovechando que también estoy fuera de su visión, me concentro más en apresurarme que en cubrirme hasta alcanzar mi objetivo: la cobertura detrás de otro de los camiones.

Tiro el escudo al suelo, me preparo para disparar pero… por el rabillo del ojo veo a Nicolás en la peor situación posible. De rodillas, con una parte de su escudo destruida asi como su pierna prostética reducida a polvo se encuentra imposibilitado para moverse, no puede hacer nada más que intentar aguantar la ráfagas que en vez de afiladas cuchillas, ahora se asemejaban más a nuestras contundentes estacas, superando la velocidad de reparación de su escudo.

Me apresuro en disparar al bielemental, quien recibe el disparo de lleno… pero ni se inmuta, su atención continua por completo en acabar a Nicolás. Recargo a máxima velocidad y disparo una vez más, sin embargo con unos sorpresivos reflejos esquiva mi proyectil y se mueve hasta quedar fuera de mi campo de visión, todo sin dejar de disparar ni un segundo.

¡Tengo que pensar en algo! ¡Rápido!

Si intento salir de cobertura para poder dispararle correré el riesgo de ser acribillado, sin mencionar que mis disparos apenas y parecen hacerle daño, pero si no hago nada…

Activo Concentración Profunda, Pensamiento Lateral, Instintos de Guerrero y llevo todo al máximo.

Necesito más alternativas…

¡Necesito una solución!

¡¡Necesito pensar!!

¡¡¡Necesito más tiempo!!!

 

Nueva habilidad Creada

Al usar la habilidad "Concentración Profunda", "Pensamiento Lateral" e "Instintos de Guerrero" en un momento crítico y urgente se creó la habilidad "Tiempo Bala"

 

Tiempo Bala – Tu velocidad de procesamiento cognitivo acelera a un nivel sobrehumano

(ADVERTENCIA – Secuelas potencialmente letales)

 

—Esto es… —me quedo anonadado al ver la ventana frente a mí. Respiro hondo y sin darle más vueltas corro a toda velocidad en dirección de Nicolás, en lo que perfectamente podría ser un plan suicida.

—¡¡No!! ¡No te acerques…! —me grita con desesperación.

Ignoro sus palabras mientras en mi mente ruego a cualquier dios, ente o lo que sea para que esta habilidad funcione como debe. El bielemental no tarda en reaccionar y como si hubiera estado esperando este momento desde el principio apunta su brazo hacia mi sin dudar.

Activo Tiempo Bala en ese momento y… todo se detiene… no… todo se ralentiza.

Estoy concentrado en correr a toda velocidad pero se siente como si estuviera bajo el agua, a su vez, soy hiper consciente de todo a mi alrededor, de mis fibras musculares contrayéndose, las bandas de caucho tensándose a un límite al que jamás me había acercado y de las letales estacas de hielo acercándose a mí.

Mi cuerpo no se mueve a la par de mis pensamientos, pero si lo justo y necesario para esquivar los proyectiles que, aun en este estado, son realmente rápidos.

Preparado para responder, alzo mi cañón ballesta listo para contratacar. De nuevo es un disparo difícil, pero… con tanta tranquilidad no se siente asi. Apunto a su pecho, pero esta vez a la parte de hielo más cercana al brazo que usa para disparar.

Ambos disparamos, sus estacas son más rápidas pero mis reflejos mejorados por esta habilidad me dan la ventaja. Una vez más me las arreglo para salir ileso, mientras que esa cosa recibe el impacto por completo justo en el punto crítico que apunte, como resultado, cae abatido.

Abrumado por el alivio y la emoción desactivo Tiempo Bala y volteo hacia Nicolás quien yace arrodillado a unos metros.

—¡¿Se encuentra bien!? ¿¡Lo hirió en…!? —un dolor intenso y punzante me doblega por completo llevándome al suelo.

Siento que mi cabeza va a explotar a la vez que espasmos y ardor en todos mis músculos me inmovilizan durante unos segundos que se sienten eternos. Es como si un par de taladros perforaran mis sienes mientras mis músculos se prendieran en fuego.

¿Estos son las secuelas por solo un par de segundos de uso?

—¿¡Marco!? ¿¡Marco!? —repite Nicolás a mi lado. Se arrastro hasta donde yo estoy con todo y escudo para cubrirme de las ráfagas de hielo que vuelven a asediarnos.

—Si… —gruño adolorido.

Siento algo escurrir desde mi nariz hasta mi barbilla, el sabor metálico en los labios me dice lo que es. Supongo que son consecuencias entendibles de una habilidad tan absurdamente poderosa.

—Necesito hacerlo una vez más… —digo mientras me reincorporo y saco más puntas metálicas para el cañón ballesta.

—No sé qué clase de habilidad usaste, pero no creo que tu cuerpo la soporte muy bien —me dice con genuina preocupación mientras hace todo lo posible por mantener el escudo en pie… como mínimo le gane suficiente tiempo para que lo regrese a su estado original.

—Mi cuerpo tampoco soportara muy bien ser empalado con estacas de hielo… —bromeo intentando aligerar el ambiente—. Solo una vez más bastara… tengo un plan…

—Yo… no… no mueras, por favor… —gruñe con frustración. Él sabe que en estos momentos no es como que pueda decirme que no use la única carta del triunfo que tenemos.

El bielemental reacciona al momento en que salgo a descubierto, adelantándose y prediciendo mi siguiente paso, no obstante, al comprender mejor los alcances de esta nueva habilidad, la activo disminuyendo la intensidad del efecto y me las arreglo para desviar o romper las estacas de hielo con mi brazo izquierdo recubierto de piedra, a la vez que en mi mano derecha recargo la ballesta con la máxima tensión posible.

Avanzo, esquivo una ráfaga, luego otra y otra más, sigo avanzando entre cada apertura. Empiezo a entender el patrón y lograr predecirlo cada vez más, no obstante, conforme la distancia entre ambos disminuye, también lo hace el tiempo que tengo para reaccionar, obligándome a llevar la habilidad de Tiempo Bala a su límite.

No puedo darme el lujo de fallar, solo tengo un disparo. No seré capaz mantener la habilidad el tiempo suficiente como para recargar de nuevo.

Es todo o nada.

El cristalizado está a solo un par de metros, una distancia con la cual solo un proyectil será suficiente para alcanzar su núcleo. Dispara una ráfaga de múltiples cuchillas de hielo, creando la apertura que estaba esperando. Libero el mecanismo del cañón ballesta, el cual, tras haber llegado al máximo punto de tensión, se desmorona conforme el proyectil sale disparado y rotando a gran velocidad… no obstante… una última, inesperada y pequeña ráfaga de cuchillas sale del brazo del bielemental.

¿Me equivoque con el patrón? ¿O se adaptó?

A esta distancia apenas tengo tiempo para reaccionar, y aun si pudiera, mi cuerpo es incapaz de moverse lo suficientemente rápido. Mi proyectil y los suyos se cruzan sin llegar a tocarse sellando el destino de ambos, no hay nada más que hacer.

Mi disparo alcanza su pecho y como si fuera un taladro mortal pulveriza su cuerpo hasta alcanzar su núcleo… está acabado.

Al mismo tiempo, sus proyectiles también llegan hasta mí y con solo haber podido moverme unos pocos milímetros no hay más que pueda hacer.

La primera estaca impacta contra el cañón ballesta terminando de destrozarlo, creando una nube de polvo y pequeños escombros en el proceso.

La segunda aruña todo mi brazo, pero sin lograr atravesar la piedra que lo recubre.

Y la tercera… atraviesa la nube de polvo en un ángulo distinto en el que venía en un principio y pasa peligrosamente cerca de mi cuello quitándome el aliento.

Tiempo Bala se desactiva por su cuenta.

El dolor me golpea como un camión y mi cuerpo deja de responder, me desplomo en el suelo cual muñeca de trapo de la misma manera que lo hace el bielemental.

Escucho la voz de Nicolás de fondo, pero el dolor lo nubla todo, siento como si me abrieran de adentro hacia fuera mientras me asfixio.

—¡Resiste! ¡Resiste Marco! —su voz se hace más nítida conforme recupero los sentidos.

—Estoy… bien… —musito apenas logro articular algo.

—¡No estas bien! ¡Estabas convulsionando! —exclama aterrado—, también estas perdiendo mucha sangre.

—Lo de la nariz… no es nada… —respondo desorientado.

—¡No! ¡Tu mano está sangrando! —repite con pánico.

—Oh… mierda…

Solo logro ver mi mano teñida de rojo hasta que mi visión se hace más clara permitiéndome discernir el profundo corte que atraviesa desde mi meñique hasta el dedo medio… no note en qué momento paso… ni siquiera lo sentí… creo.

—No pasa nada… no pasa nada… tiene arreglo… —exclama en un intento de tranquilizarme a mi… o a sí mismo.

Posa mi cabeza con gentileza en el suelo y rápidamente se dirige al cuerpo del bielemental. Conforme la desorientación desaparece mis sentidos se hacen más claros y con ello el ardor de la herida en mi mano se agudiza. Intento verla una vez más… hay mucha sangre, pese a eso, son visibles los signos iniciales de cristalización. No han pasado más que un par de minutos y ya está empezando…

—No te preocupes, con esto podremos purificarlo —dice tras volver con el núcleo, sin embargo, pese a tener un tamaño y brillo considerable… tiene una apariencia común y corriente.

Los minutos pasan y la neblina en mi mente se empieza a disipar mientras el proceso de purificación continua por… ¿Tanto tiempo?

—¿Qué sucede…? —pregunto intentando sentarme una vez que tengo las fuerzas suficientes para hacerlo.

—… —Nicolás no responde.

—¿Qué está pasando? —insisto con un miedo latente creciendo en mi interior— ¿Nicolás?

—Me equivoque… —siento como si una piedra me cayera al estómago al escuchar su voz a punto de quebrarse.

—¿Qué cosa…?

—Esta no es la solución… no revierte la cristalización de hielo…

—¿No la revierte…? ¿Voy a… morir…? —pregunto con genuino temor.

—No, no morirás… —responde con firmeza—, no dejare que eso pase… aún hay una alternativa.

—¿Qué…? ¿Cuál…? ¡No! ¡No puede estar hablando de…! —entro en pánico al entenderlo.

—No hay tiempo, entre más esperemos peor será.

—¡No…! no, no, no, no, no…. —niego aterrado.

—Marco —me dice viéndome a los ojos intentando tranquilizarme—, es la única manera.

Trago saliva a la vez que siento mi rostro palidecer. Tan solo pensarlo me hela la sangre y me aterroriza… pero no puedo hacer otra cosa más que resignarme.

—Si te sirve como consuelo… la petrificación forzada por la que pasaste antes fue más dolorosa de lo que esto será.

—¿Y acaso no tendrá que volver a usarla para detener la hemorragia…? —lo cuestiono intentando que no me tiemble la voz.

—… —su silencio lo dice todo.

Rompe un pedazo de mi playera y lo enrolla para que lo pueda morder. Llegados a este punto me empiezo a reír del miedo.

—Contare hasta tres —me dice mientras escucho como desenfunda el cuchillo negro.

Siento que voy a vomitar.

—Uno… —lo acerca a mi mano.

Joder… tengo miedo.

—Dos… —lo posa sobre mis dedos.

Maldición, maldición, maldición.

—¡¡Tres!!