Punto de vista de Selene
Ambos nos volvimos para ver a Noé a unos pasos de distancia, con el rostro tenso y demacrado. Parecía que no había dormido y sus ojos iban de uno a otro con una intensidad que me revolvía el estómago.
—¡Noé! —lo saludé, mi voz ahora más suave, seguido de un momentáneo incomodidad debido a nuestras interacciones de ayer—. Buenos días.
Lucius miró entre nosotros y se aclaró la garganta. —Os dejaré un momento a solas —dijo, retrocediendo antes de girarse y desaparecer en la casa de la manada.
Lo observé marcharse antes de volver a mirar a Noé. Su mirada aún estaba fija en mí como si buscara algo que no acababa de encontrar.
—Te he estado buscando, por un momento pensé que todo había sido un sueño y que aún no habías vuelto a casa —dijo él, con la voz cargada de tensión—. ¿Dónde has estado?
—Solo… dando un paseo —respondí, con un tono reservado.