El amanecer apenas empezaba a romper.
En la entrada del edificio de Five-state International, ya se habían reunido cientos de personas.
El clima temprano de primavera siempre traía ráfagas de viento frío.
Aunque estas personas llevaban abrigos, aún podían sentir el frío.
En medio de la noche, Ciudad González había visto una ráfaga de lluvia.
El suelo estaba húmedo, y al estar en los suburbios como en Five-state International, incluso se podía oler la fragancia de la tierra.
—¡Abran la puerta! —gritó alguien impacientemente.
Levantarse temprano ya había bajado su inmunidad, y junto con la brisa primaveral que calaba los huesos, todos temblaban de frío.
—¡Apúrense y abran la puerta! ¡Déjennos entrar! —exclamaron.
—¡Si no nos dejan entrar pronto, podríamos derribar la puerta!
Todos expresaban su opinión, gritando fuertemente en la puerta.
Algunas personas, incapaces de resistir más el viento frío, se apresuraron a regresar a sus autos.
Encendieron las calefacciones.