—Una vez que obtengamos el Trípode del Dragón Divino, tú y yo nos convertiremos en leyendas. ¡Leyendas inmortales! ¡El secreto del Trípode del Dragón Divino no es solo la vida eterna!
Kyler Reed miró hacia el mar negruzco, escuchando el sonido de las olas chocando contra las rocas.
¡Locura llenaba su rostro!
Extendió sus brazos, abrazando la brisa marina.
Su cabello negro danzaba salvajemente.
—Te pregunto, ¿eran esos tribales muertos tu gente?
Gabriel Abernathy apretó sus puños, ¡sus ojos desbordaban de odio intenso!
¡No podía olvidar las extremidades rotas de los tribales muertos!
¡No podía olvidar la hierba, casi teñida de rojo con sangre!
¡Aún más, no podía olvidar los ojos de los tribales que no podían cerrarse en la muerte!
Y el niño, escondido entre los cadáveres, su rostro manchado de miedo sangriento.
—Sí.
Kyler Reed se giró y habló con indiferencia —Solo un montón de mortales, ¿te importan tanto?
—¡Eran mi gente!