¡Clang!
Julio Reed se apartó hacia un lado.
El dardo volador perforó instantáneamente la puerta del automóvil, levantando una lluvia de chispas.
Sin darle tiempo para prepararse, ¡varios dardos más rasgaron el aire!
¡Clang! ¡Clang! ¡Clang!
Los dardos formaron una línea, dejando una serie de agujeros en la puerta del coche.
Aprovechando esta oportunidad, Julio Reed se inclinó bruscamente hacia atrás.
Parado del otro lado del coche.
—¡Dragón Furioso, saludos!
Lobo Negro llevaba gafas de sol, un chaleco de camuflaje y pantalones de combate, con botas crujientes bajo sus pies en el suelo.
¡Estaba desbordante de un aura asesina!
—¡Vaya una forma única de saludar! —replicó Julio Reed con una máscara puesta, observando al hombre frente a él y declaró con calma—. Dime tu nombre, y si estoy de buen humor, podría dejar un lugar para tu espíritu.
—¡Oh, por supuesto! Si no lo estoy, podría simplemente tirar tus cenizas al inodoro y tirar de la cadena —agregó con una risa.