Oler el hedor de sus propios zapatos no es más que un acto normal para Marcel Reed. Este acto podría determinar si necesitaba cambiar sus calcetines. ¡Pero a los ojos del Arhat, era una burla! ¡Una burla descarada!
—¡Taoísta insolente, diciendo tonterías! ¿Realmente no conoces el poder del Mar del Oeste? —¿Dónde estaba la conducta habitual del Arhat de liberar a todos los seres del sufrimiento ahora?
Tenía las Cuentas de Buda negras en la mano, sus ojos ardían con llamas de ira.
—Burro calvo, ni siquiera eres un monje! ¿Cómo puede una persona que ha dejado la vida hogareña ser tan temperamental e impetuosa? —Marcel Reed dijo con cejas levantadas—. ¡Habla, quién es el falso aquí!
Los dos intercambiaron pullas con una tensión explosiva entre ellos. El Mariscal sudaba a cántaros al lado de ellos. ¡Tenía que tomar una decisión!