El rugido de la artillería era ensordecedor.
En las murallas de la ciudad, muchos altos mandos se encontraban dirigiendo con una firme determinación.
Aquellos que tuvieron suerte solo quedaron con el cuerpo cubierto de nieve y una audición ligeramente afectada.
¡Los desafortunados se encontraron con un desmembramiento instantáneo!
Los proyectiles de artillería, al fin y al cabo, no discriminan.
—¡Mira, hay alguien allá abajo!
No fue hasta que Julio Reed se acercó a la base de las murallas que estos miembros desorientados de Frío Profundo se dieron cuenta.
—Suena la alarma...
Pft! Antes de que el líder pudiera terminar su oración, Julio Reed pisó la pared y saltó sobre las almenas.
En su mano, la Espada de Fuego Infernal
Instantáneamente desenvainada.
Con una sombra surcando el aire.
La cabeza de un hombre golpeó el suelo.
Y luego
Su cuerpo, consumido por el Fuego Fantasma, se convirtió en cenizas.
No quedaron ni fragmentos de hueso.
—¡Una invasión enemiga!