¡Dolor! ¡Angustia desgarradora, asfixiante!
Blake Algernon yacía en el suelo, mirando tranquilamente al cielo. La noche comenzaba a caer, y las estrellas empezaban a titilar arriba. El aire todavía llevaba el olor de pólvora de Ciudad de Ratas. Habían pasado dos horas completas desde que una flecha casi le atravesó el corazón.