un plan arriesgado

Con la necesidad urgente de dinero antes de regresar a la primaria, Sebastián se enfrentaba a la dura realidad de encontrar una fuente de ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. Después de explorar diversas opciones, encontró una oportunidad en una pequeña tienda de abarrotes del barrio, propiedad de un hombre llamado Rebelino.

Rebelino, un hombre de mediana edad con un corazón generoso y una sonrisa amable, le ofreció a Sebastián un trabajo con un salario modesto de 5 soles por día. Aunque el salario era escaso, para Sebastián significaba la posibilidad de obtener el dinero necesario para sus gastos inmediatos y, más importante aún, para su ambicioso plan futuro.

Desde el primer día, Sebastián se dedicó completamente a sus responsabilidades en la tienda. Ayudaba con la limpieza, organizaba los estantes y asistía a los clientes con amabilidad y diligencia. A pesar de su corta edad, demostró ser trabajador y confiable, ganándose el respeto y la confianza de Rebelino.

Cada noche, después de su jornada laboral, Sebastián contaba meticulosamente las monedas que había ganado. Aunque el dinero era poco, significaba mucho para él. Aprendió a administrar sus ingresos con cuidado, priorizando sus necesidades básicas y ahorrando lo que podía para el futuro.

Pero Sebastián tenía un plan más ambicioso en mente. Recordando con claridad los eventos del futuro, sabía que Brasil ganaría la Copa del Mundo en ocho meses. Esta información privilegiada representaba una oportunidad única para cambiar su destino financiero.

Decidió ahorrar cada sol que ganaba con el objetivo de apostar a la victoria de Brasil en el Mundial. Era un plan arriesgado y lleno de incertidumbre, pero Sebastián confiaba en su memoria y en la certeza de sus recuerdos.

Con cada día que pasaba, Sebastián acumulaba sus modestos ingresos, soñando con el día en que podría hacer la apuesta que cambiaría su vida. Aunque el trabajo en la tienda era duro y el salario bajo, cada sol que ahorraba lo acercaba un poco más a su objetivo.

Rebelino notó la diligencia y la seriedad de Sebastián y, en más de una ocasión, le preguntó por qué un niño tan joven trabajaba tan arduamente. Sebastián, consciente de los peligros de revelar demasiado, simplemente sonreía y decía que quería ayudar a su familia.

A medida que se acercaba el torneo, Sebastián sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que estaba poniendo todas sus esperanzas en un solo evento, pero también sabía que esta era su mejor oportunidad para escapar de la pobreza y construir un futuro mejor para él y su familia.

Con renovada determinación, continuó trabajando y ahorrando, sabiendo que cada sacrificio y cada esfuerzo lo acercaba un paso más a su sueño. Y mientras tanto, mantenía su fe en el conocimiento del futuro, confiando en que su apuesta audaz finalmente daría sus frutos.