— ¿eh? Eres el primero en pedir una recompensa monetaria, otros piden terrenos o animales exóticos…
—Nada de eso me importa, quiero dinero, el suficiente para que dos personas vivan una buena vida sin trabajar —explique decidido —si voy a venderme a un loco quiero que la suma de dinero valga la pena —al decir eso uno de los sirvientes estampo mi cara contra la mesa.
—Déjalo, me entretiene bastante —dijo riéndose de la situación — ¿Cuándo vale tu vida? —pregunto intimidantemente.
—ya dije mi precio, también quiero mil quinientas monedas de oro y una casa en la capital además de que quiero que usted pague los impuestos de dicha casa, oh, y una manutención infantil, quiero que tanto la mujer como la niña que vivan ahí tengan vidas de nobles.
—No hay problema, pero, por lo que veo deberemos hablar en otro momento —comento el duque a la par que una flecha caía desde el techo hasta la mesa.
Ambos sirvientes se pusieron en guardia y estuvieron preparados a la orden de su señor, de inmediato me levante de la mesa y mire por la ventana, varias personas habían venido a mi rescate.
Suspire de alivio pero corrí a explicar la situación —¡Ethan! —grito mi madre al verme salvo y sano.
—tranquilícense, ¡no ataquen! —Grite —no los atacaran si no atacan.
—Quiero que estés en mi residencia en menos de lo que tardaste en llegar aquí, sino, la oferta expira —hablo el duque desapareciendo en el acto.
Después de un tiempo, les mentí a las personas diciendo que eran unos mercenarios que solo querían pan y agua, además de que me habían invitado a unirme a ellos.
Aunque la mentira era difícil de creer no debatieron y solo fueron a sus casas, decidí decirle a mi madre que en la mañana explicaba lo que había sucedido.
[…]
Ya siendo de mañana explique a mi madre la situación mientras que Emilia estaba en la casa de la señora Porpo jugando con sus gatos.
— ¿Qué opinas? —le pregunte mientras mirábamos el paisaje del bosque desde nuestro porche.
—Aun así iré al norte —comento mientras sorbía una taza de té.
— ¡¿Por qué quieres ir a un lugar donde te mataran?! —pregunte alterado.
—Ethan, mientras no estabas contraje posesismo, está en una etapa muy avanzada y cuando muera liberare esporas que pueden contagiarlos a ustedes, esa fue la razón por la que acepte ir al norte, se supone que iba a ir sola pero verte junto a Emilia me hizo querer pasar mis últimos días con ambos… estando en el norte podía morir en paz sabiendo que ambos estarían bien ya que tengo familiares que podían hacerse cargo de ustedes allá.
Me desplome escuchando eso — ¿Por qué no me contaste antes? —le pregunte.
—no quería preocuparte… vendrías aquí y tratar de encontrar un médico que no nos estafara y seguramente no lo encontrarías.
Empecé a llorar en el acto, el posesismo se daba cuando un alma errante poseía a alguien e intentaba dominar su cuerpo sin éxito y en el proceso dañaba el alma original haciendo que esta tenga debilidad y fallezca dolorosamente.
— ¿Cuánto tiempo tienes? —pregunte.
—solo unos cuantos días… por eso, quiero que te lleves a Emilia antes de que yo muera, no quiero que ella vea como su mamá se va de este mundo.
Mis palabras no salían, me levante del lugar y camine hacia el bosque a llorar, estaba devastado.
Mi padre había muerto de la misma manera, y el padre de Emilia de igual forma, mi madre va morir además de que Emilia tiene parte de eso en su sangre.
—se supone que eres un ser bueno… que no daña a sus hijos, pero ¿Por qué me quitas a mi madre también? Si eres tan poderoso ¿Por qué no haces algo contra la contaminación que hay en el pueblo y esta enfermedad? —pregunte al cielo con la mirada perdida.
Me había entregado todo este tiempo al ejército para ganar dinero que ahora eso no parece lo más importante.
—Si fallezco aquí… —dije mirando una piedra con la que podía golpearme la cabeza y decirle adiós al mundo —pero no puedo dejar a Emilia sola…
Volví a casa aun estando aturdido por la noticia, mi madre no se encontraba, seguramente había ido a buscar a Emilia a la casa de la señora Porpo.
—Debo hacer el almuerzo… —dije estando aun aturdido, me dispuse a hacer lo que había dicho.
Cuando mi madre llego con Emilia ya había tomado la decisión, pero aun así me dolía mucho saber que mi madre no tendrá a nadie que le sostenga la mano mientras se va de este mundo.
—Emilia… ¿no quieres ir a conocer la capital? —pregunte ocultando mis lágrimas.
— ¡¿vamos a ir?! —pregunto emocionada, seguramente había escuchado de los demás niños que la capital era un buen lugar.
—sí, iremos nosotros dos mañana, después mamá nos alcanzara ¿te parece?
Mi madre solo sonreía, no dijo nada aparte de solo asentir cuando la niña le preguntaba algo.
Apenas se ocultó el sol me lleve a Emilia conmigo mientras me despedía de mi madre.
No pare de llorar aun cuando íbamos en la carreta, solo lo hice cuando Emilia despertó.
— ¿y mamá? —pregunto soñolienta.
—Vendrá después de que lleguemos a la capital, antes debemos llegar nosotros a ver nuestra nueva casa para hacerle una sorpresa —mentí.
En el trayecto de una semana pude comprarle ropa nueva a Emilia y darle de comer lo que quisiera.
Cuando llegamos a la villa del duque Emilia estaba tímida, como si el duque le intimidara de alguna manera.
Las sirvientas del lugar se llevaron a Emilia a otra habitación para que tanto el duque como yo pudieras hablar sin contratiempos.
—bien ¿tu oferta sigue en pie? —pregunto el duque bebiendo una copa de vino tinto, esta vez el duque solo vestía una bata roja igual que el vino.
—sí, pero ahora quiero otra cosa.
— ¿Qué pedirás ahora? —pregunto aun con una sonrisa serena.
—seré su juguete de experimentos, en cambio quiero que mi hermanita viva una buena vida y herede parte de sus tierras y riquezas.
El duque cambio su expresión tranquila a una de impresión total.
—en otras palabras, ¿quieres que adopte a tu hermana y la tenga bajo mi ala?
—en efecto, también quiero que tenga un título de noble y sea libre de hacer lo que quiera sin que nadie la reprenda, por no decir que quiero que cure su enfermedad.
— ¿Qué tiene tu hermana?
—magiadisismo, evita que las venas que contienen su magia puedan hacer su trabajo, hace que pueda padecer posesismo.