No me sueltes

—Después de que Bai Di se quitó la armadura, recogió a Huanhuan y caminó hacia el arroyo.

—La corriente fría bañó su cuerpo, disipando inmediatamente el calor.

—Huanhuan suspiró involuntariamente. ¡Era tan cómodo!

—El arroyo no era lo suficientemente profundo como para llegar al pecho de Bai Di. Encontró una gran roca lisa y bajó a Huanhuan sobre ella.

—Huanhuan pisó la piedra. La corriente le llegaba al hombro.

—Para mantener el equilibrio y evitar ser arrastrada por la corriente, tenía que abrazar a Bai Di con fuerza.

—Bai Di levantó la mano para quitarle el sombrero velado de la cabeza. Lo lanzó a la orilla.

—Rodeó su cuerpo alrededor de ella de modo que nadie pudiera ver su rostro excepto él.

—Bai Di apoyó su barbilla en la parte superior de su cabeza, su manzana de Adán rozando la punta de su nariz. Su aroma la envolvía, haciéndola sentir muy tranquila.