Te extraño tanto

Curtis estaba reacio a separarse de Bai Qingqing mientras la sostenía en su abrazo, abrazándola tan fuertemente que ella no podía respirar. —Te extraño tanto.

—¡Ooh ooh! —Incapaz de respirar, Bai Qingqing golpeó sus puños contra el pecho de Curtis.

Solo entonces Curtis aflojó ligeramente su agarre para que ella pudiera levantar la cabeza.

Bai Qingqing jadeaba, antes de levantar la cabeza para mirarlo con enojo. Pero cuando vio su rostro fatigado, el enojo fue instantáneamente reemplazado por dolor.

—¿Cuántos días han pasado desde la última vez que dormiste? —preguntó ella.

—Tres días —dijo Curtis—. Quería volver a casa y dormir ya que estaba por llegar.

—¡Tú! —Bai Qingqing sintió tanto enojo como dolor. Ella pinchó su pálido pecho que estaba desprovisto del color de la sangre—. Necesitas aprender a equilibrar el trabajo y el descanso. ¿Por qué tenías tanta prisa por volver?