Mudándose Arriba

El rostro de Winston estaba bronceado y exudaba fatiga, pero sus ojos eran brillantes y vivaces. Al ver a Bai Qingqing, sus ojos se iluminaron aún más.

—Has vuelto —Bai Qingqing lo saludó con alegría—. ¿Tienes hambre? ¿Has comido hoy?

Winston la miró fijamente, sus ojos rebosantes de palabras, pero no pudo pronunciar ni un solo sonido.

Su corazón, que había estado vagando inestablemente por fuera, parecía finalmente asentarse ahora que había encontrado un hogar.

Después de haber experimentado la separación, Winston solo entonces se dio cuenta de que ahora era alguien con esposa, pues realmente no podía estar lejos de ella.

Pero incluso si eso le hacía sentir terrible, también le proporcionaba una sensación de dicha. Esto era prueba de que habían llegado a ser esposos.

—¿Winston? —Bai Qingqing se puso de puntillas y agitó una mano frente a él—. ¿Estás soñando?