La grasa de las ollas salió con una restregada usando el barro.
Si Bai Qingqing supiera que Parker limpiaba las ollas de esta manera a sus espaldas, no se podía evitar preguntarse si se atrevería a comer la comida preparada por él en el futuro.
Después de comer hasta saciarse, las hembras se fueron a acostar en sus nidos y no se movieron ni un centímetro.
Harvey fue a revisarlas una por una y varias de las hembras recibieron la noticia de que estaban embarazadas. Esta noticia añadió mucha alegría a la monótona cueva.
Había casi setenta hembras en la aldea. Aparte de las nueve hembras mayores y hembras de tierna edad, había un total de sesenta hembras en edad de procrear.
De estas sesenta hembras, la mitad habían entrado en celo desde que llegó la temporada de fuertes lluvias. Cuatro de estas hembras fueron diagnosticadas como embarazadas, y las veinte y pico restantes esperaban con ansias su propio embarazo.