Una Bestia Honesta Es Fácil de Intimidar

Bai Qingqing ya no se comportaba tan rígidamente con Winston como antes. Tras pensar un poco, respondió con una sonrisa dulce —Jeje, tengo ganas de comer albóndigas de pescado, ¿está bien? Parker dijo que ya no hay más albóndigas con Bluepool, así que tendrás que hacerlas desde cero.

—Por supuesto —respondió Winston sin dudar—. Pero va a tardar más. Voy a hervir algo de agua para que te bañes primero.

—Mm, mm —Bai Qingqing asintió sonriendo—. No hay prisa, aún no tengo mucha hambre. Puedes tomarte tu tiempo para hacerlas.

Winston le acarició la cabeza, luego se puso una falda y se levantó.

El aire fresco inundó el hueco del árbol cuando Winston descubrió la entrada. Solo entonces se dieron cuenta de lo turbio que estaba el aire—estaba lleno de un intenso olor a amorío.

Winston respiró profundamente el aire fresco y se sintió rejuvenecido de pies a cabeza. Luego quitó la piel de animal que cubría las entradas del pasaje y bajó del árbol.