—Y que solo podía vivir si reponía su energía. Nos prestó muchos cristales transparentes —mientras Bai Qingqing hablaba, abrió las palmas de sus manos.
—Las pupilas de Curtis se contrajeron y su aire asesino se disipó. Pero su deseo de deshacerse de ese hombre águila bestia permaneció.
—Parecía que ese hombre águila bestia era bastante capaz, al llevar consigo tantos cristales verdes.
—¿Pensaba que podría recuperar el favor de Nieve disfrazando su identidad?
—¡Conmigo aquí, puedes olvidarte de estar al lado de Nieve en esta vida!
—Curtis enrolló su cola de serpiente alrededor de Parker y lo arrastró de regreso a la cueva, y Bai Qingqing se apresuró a seguirlos.
—Se podía escuchar una respiración agitada en la cueva, y hasta Bai Qingqing la escuchó.
—Ansiosa, buscó su camino hasta el equipaje y lo revisó buscando las bolas luminosas.