Mr. Yan

Todos sabían que la hija mayor de los Shen había caído en desgracia tras ser abandonada por un sinvergüenza, quedarse embarazada fuera del matrimonio y luego ser expulsada por su familia, desamparada y desesperada.
La infame Shen Ruojing hizo acto de presencia en el banquete de cumpleaños de la Matrona de la primera familia, los Chus, donde la multitud se burló:
—Aquellos que dan un millón en dinero de regalo se sientan en una mesa.
—Aquellos que dan diez millones en dinero de regalo se sientan en una mesa.
—Señorita Shen, ¿podría decirnos cuánto dinero de regalo ha traído?
La multitud esperaba reírse de ella, pero entonces vieron a Shen Ruojing avanzar con un niño pequeño y delicadamente hermoso, —¿Podrían preguntarle a la Matrona dónde sentarse si uno trae un bisnieto?
***
Admitida en la casa de los Chus solo por el valor de su hijo, Shen Ruojing solo quería dejarse llevar, contenta de ser un pez ocioso, pero enfrentaba el desdén de todos los lados dentro de la familia:
—Nuestra familia cuenta con un hacker de primera, un maestro de la música, un genio artístico, un loco de la tecnología, cada uno renombrado en sus respectivos campos. ¿Y tú? ¿Qué sabes hacer?
Shen Ruojing se tocó la barbilla:
—Todas esas cosas que mencionan... sé un poco de cada una.
Tres adorables niños estaban a su lado y asintieron al unísono: Testificamos que Mamá en efecto sabe un poco de todo.

Mi esposa inesperada es una jefa secreta!

Yan Zixuan hizo un gesto, y el comunicador inmediatamente bajó del árbol, secándose el sudor de la frente mientras se acercaba.


—Capitán, no sé por qué, ¡pero la llamada simplemente no se concreta!


—¿Es correcto el canal? —preguntó Yan Zixuan.


—Sí, lo es. Además, después de no poder comunicarme con el centro de mando, intenté contactar a nuestro teléfono satelital del Ejército de los Yans, pero aún así no pude comunicarme. ¡La señal es moderada! ¿Qué hacemos?


Ese comentario hizo que el corazón de todos se hundiera.


Yan Zixuan también frunció el ceño y de repente miró a Shen Bijun.


—¡Esto debe ser obra de Jing Yi! —declaró Bijun con decisión después de pensar un momento.


Esta vez, ninguno de los soldados abajo la contradijo.


Con las cosas saliendo mal, ¿cómo podría ser una broma?


—Entonces capitán, ¿qué hacemos ahora?


Capítulo 683: ¡Encuentra a alguien!