Kiba, Penélope y Tempestad cayeron a través del túnel, su descenso envuelto en una oscuridad siniestra. Las paredes eran frías y metálicas, sus superficies lisas reflejaban los tenues destellos de luz que venían de arriba. La temperatura caía rápidamente, y las mujeres tiritaban, sus alientos visibles en el aire helado. El frío opresivo se filtraba en sus huesos, haciéndolas temblar incontrolablemente.
Kiba, sintiendo su incomodidad, liberó su poder. Un campo de fuerza dorado, en forma de burbuja, las envolvió. El calor que proporcionaba fue inmediato, expulsando el frío e iluminando los alrededores. La burbuja avanzó rápidamente, persiguiendo las trazas de energía dejadas por el espíritu del agua.