—Ella una vez lo llamó sinceramente hermano, y él en secreto juró cuidar de esta hermana por el resto de su vida. Desafortunadamente, solo había un trono. En algún momento, cayeron en el vórtice del poder. No solo ellos, sino incluso los terceros, cuartos y quintos hermanos... Incluso los sextos y séptimos hermanos, que estaban a punto de convertirse en adultos, quizás no pudieran escapar del destino de competir por el trono en el futuro. La familia real les dio una identidad incomparable y les dio una ambición extraordinaria.
—Aquí —Yuwen Huai de repente extendió la mano y le entregó algo.
—¿Qué? —preguntó Yuwen Xi.
—Dátil dulce —dijo Yuwen Huai.
Yuwen Xi había mostrado un lado muy dominante cuando era joven. Siempre iba a la casa con los niños para exponer las tejas. Cuando se lesionaba, no se atrevía a decírselo al emperador y emperatriz de Jin Occidental y se escondía sola en la casa para limpiar sus lágrimas. Yuwen Huai siempre traía medicina y dátiles dulces.