Abofeteando a un Loto Blanco (2)

—Madre, ¡me voy!

Cheng Qingxue bajó del carruaje emocionada.

Su rostro había sanado y ya no necesitaba llevar un velo. Su bello rostro apareció en la entrada del Templo de la Doncella Sagrada, que estaba lleno de gente. Ella era lo suficientemente destacada.

Muchas jóvenes que vinieron a participar en la elección la rodearon.

—Señorita Cheng, ha llegado.

—La hemos estado esperando durante mucho tiempo. Solo queremos ver a la próxima Santa.

Cheng Qingxue mantuvo una postura de humildad. —Debe estar bromeando. La Selección Santa ni siquiera ha comenzado. ¿Cómo me he convertido en la próxima Santa?

—¿Quién no sabe que el puesto de la Santa ha sido tuyo desde hace mucho tiempo, Qingxue? No estamos aquí para codiciar el puesto de la Santa, sino para ser elegidas como discípulas del Templo de la Doncella Sagrada.