Ella se acostó tarde anoche y se despertó un poco tarde al día siguiente.
El espacio a su lado estaba vacío. La Princesa Hui An ya no estaba allí.
Las risas de Cheng Sang y los tres niños venían del patio, acompañadas por los gritos de Mei Ji y Yuchi Xiu.
Era mucho más animado.
Simplemente no podía escuchar la voz de la Princesa Hui An.
Su Xiaoxiao se vistió y fue a la habitación contigua para lavarse. Abrió la puerta y salió.
Los demás hacían ruido. La Princesa Hui An estaba sentada en silencio en el taburete de piedra bajo el corredor.
A Su Xiaoxiao le prefería su apariencia ruidosa. No estaba acostumbrada a su repentino silencio.
—Huahua —Su Xiaoxiao se acercó.
Huahua era el apodo de la Princesa Hui An. Desde que había llegado a la familia Cheng, no estaba bien llamarla princesa.
La Princesa Hui An se giró. —¿Te has despertado?
Su Xiaoxiao se sentó a su lado. —¿Dormiste bien anoche?
La Princesa Hui An dijo —No pude dormir.