Tang Yuxin alcanzó el palo de madera que siempre mantenía a su lado. La tenue luz de la vela se reflejaba en sus ojos, tenue y fantasmal. Parpadeaba como una luz moribunda, luchando por mantenerse viva en la oscuridad.
El anciano de la Familia Song desabrochó sus pantalones. A pesar de intentar despertar aquello entre sus piernas, se mantenía flácido, sin mostrar ninguna señal de respuesta.
A pesar de sus persistentes esfuerzos, se negaba a reaccionar. Terco como era, el anciano apretó los dientes y se lanzó hacia adelante.
Quizás debido a una excesiva bebida o la oscuridad que lo envolvía, olvidó su entorno: estaba en la cocina, llena de montones de leña. Si fuera la anciana de la Familia Song, podría moverse por esta cocina sin una vela, pero no el anciano. ¿Qué hombre del pueblo había puesto jamás un pie en la cocina o cocinado una comida?