Gu Ning escuchaba atentamente, frunciendo más y más sus gruesas cejas y su tez empeoraba cada vez más. Por supuesto, la profunda oscuridad en el fondo de sus ojos también parecía más impenetrable que antes.
—No te preocupes —dijo Gu Ning, despeinando el cabello de Tang Yuxin con su gran palma.
—Su familia está demasiado ocupada como para preocuparse por ti ahora, estás a salvo. En cuanto al asunto de la Familia Tong, me encargaré yo, no volverán a ponerte una mano encima.
—¿Es tan simple? —Tang Yuxin estaba escéptica—. ¿Quién se creía que era la Familia Tong? Gu Ning era apenas un guardia de seguridad, en el mejor de los casos, un jefe de seguridad. ¿Cómo podría una poderosa Familia Tong tenerle miedo?
—Es así de simple —dijo Gu Ning, tomando nuevamente con firmeza el cabello de Tang Yuxin—. Si me lo hubieras dicho antes, ¿habrías necesitado estar tan asustada como un fantasma de esta manera?
Tang Yuxin tiró débilmente de la esquina de su labio.