—Su bebé siempre parecía llegar tan a la moda tarde, pero Yuxin nunca había tenido prisa de verdad. Su cuerpo era normal, como el de Gu Ning, así que tener hijos era solo cuestión de tiempo para ellos.
—¿Sería posible que este pequeño bebé hubiera llegado sigilosamente, listo para reconocerlos como mamá y papá?
—Ella colocó los dedos de su mano izquierda sobre su muñeca derecha, sintiendo su propio pulso latir. Era como cuentas girando, casi rebotando más allá de sus dedos, tan distintas y tan ciertas.