Gu Ning solo había oído hablar de ello, pero en cuanto a los detalles, nunca había pensado en querer saber, y por supuesto nunca dijo nada al respecto. Cuando Zhang Xiaomei se iba, incluso le exigió una suma de dinero, llamándolo su tarifa de ruptura. De lo contrario, afirmó que no se iría y se aferraría, asegurándose de que nadie pudiera tener paz.
Gu Ning la pagó. Mientras ya no apareciera ante él, todo estaría bien. Zhang Xiaomei tenía la culpa, pero él tampoco estaba libre de culpa. Había juzgado mal a una persona, y ese era su error, aunque también sería la última vez.
Zhang Xiaomei sabía que con dinero podía cortar todos los lazos, y entonces estaría fuera de la vista, fuera de la mente.
—Se ha ido a molestar a otro —Tang Yuxin apoyó su cara en la mesa, algo curiosa por saber si había otro tonto como Gu Ning en este mundo que le daría su riñón.
Probablemente no lo hubiera, después de todo, los ojos de nadie son ciegos.