—Preguntó con cautela y mucho cuidado, mientras rezaba fervientemente en su corazón que no fuera ese incidente, por favor que no fuera ese incidente.
—Con la mano que mantenía bajo la mesa, estaba agarrando tan fuerte sus pantalones que casi estaba a punto de arrancarles un pedazo.
—Cuando Wang Zitan levantó la vista, Gao Peng no pudo evitar sentir un hormigueo en el cuero cabelludo, el color desapareció de su rostro al instante, y la sonrisa incómoda que tenía se congeló en su lugar.
—Wang Zitan ni siquiera podía empezar a imaginar cómo este hombre imprudente y cabeza hueca logró secuestrar a su hijo.
—Sacó una foto de su bolsillo y la colocó sobre la mesa.