En uno de los parques más famosos de Shanghái, dos personas estaban sentadas en un banco de madera bajo un gran árbol.
La dama madura tenía un buen cuerpo y una cara bonita. A pesar de que ya tenía treinta y tres años, su belleza no era inferior a la de las mujeres en sus veintes.
A su lado derecho, un hombre de mediana edad estaba sentado en el banco de madera mirando a la dama madura. Su boca se abrió de golpe y sus cejas se elevaron.
Por su expresión, cualquiera podría decir inmediatamente que el hombre de mediana edad acababa de escuchar algo impactante.
Estas personas no eran otras que Su Ruanyi y su esposo, Da Shan.
—¿¡Qué?! ¿Quieres que dejemos de vernos? —Da Shan encontraba difícil de creer lo que estaba oyendo.
—Sí —respondió Su Ruanyi al instante—. Necesitamos calmarnos primero. Haremos que nuestra relación empeore si seguimos viéndonos cuando no podemos controlar nuestra ira. Por eso quiero que dejemos de vernos hasta que podamos tranquilizarnos.