¡Xiao Tian, eres tan cruel!

Dos personas yacían desnudas en la cama.

Sus rostros estaban llenos de sonrisas y sus corazones colmados de felicidad.

Si alguien las viera, sabrían de inmediato que esos dos acababan de tener sexo salvaje porque las pruebas eran evidentes.

—¡Una parte de las sábanas estaba mojada!

No solo eso, la enorme y lujosa habitación también estaba impregnada de olor a sexo.

Sin embargo, a la pareja no le importaba porque realmente habían disfrutado de su tiempo de sexo.

Incluso sonreían felices como si hubieran experimentado lo más placentero del mundo.

Esas dos personas no eran otros que Xiao Tian y su amiga, Xi Xingyi.

—Xiao Tian, ¡eres tan cruel! Ahora no puedo caminar, ¿sabes? —A pesar de decir algo así, no lo odiaba.

Le encantaba porque finalmente podía tener un sexo fantástico después de tanto tiempo. Finalmente podía satisfacer su cuerpo después de tanto tiempo y se sentía viva nuevamente después de tanto tiempo.