—¿Entonces me vas a ayudar o no? —preguntó Cherry a Coral.
Coral se quedó allí de pie y eventualmente volvió a la realidad.
—Voy a ayudar —dijo Coral.
—Decisión sabia —dijo Cherry mientras volvía a buscar entre sus cosas.
Abrió diferentes cajones y los revisó con prisa. ¿Dónde lo había puesto? Luego miró debajo de su escritorio y lo vio. Empujó un panel en la pared, revelando una abertura. Metió su mano y sacó una pequeña botella. Era un vial. Atado con sangre. Algo que había guardado para días oscuros y destinado para invocaciones. No lo había usado en años—había jurado que nunca lo volvería a hacer. Pero si iba a caer, no lo haría sola.
—Dí todo por este reino —susurró, cortándose la palma y dejando que la sangre cayera sobre el vial—. Y si quieren guerra… se las daré.
Las velas en su cámara parpadeaban. Y en algún lugar lejano, algo antiguo se agitó. Coral jadeó mientras envolvía sus brazos alrededor de sí misma.
—Tía, ¿qué es eso? —preguntó Coral.