—Mis manos tiemblan contra la tierra congelada —murmuro para mí misma—. La corrupción ya no cede tan fácilmente a mi toque. Cada extracción de contaminación se siente como arrastrar una roca a través del barro; estoy exhausta.
—Alto —la orden de Selene suena tajante en mi mente—. Estás exhausta.
—Ella tiene razón —me doy cuenta—. Necesitas retroceder ahora.
La corrupción combate mis intentos de atraerla, espesa y viscosa. Mi confianza anterior se desmorona mientras mi magia se esfuerza por atraer más corrupción. Está hambrienta.
El sudor corre por mi espalda a pesar del frío cortante.
Intento alejarme, pero la corrupción se adhiere como alquitrán. Mis brazos tiemblan con el esfuerzo de liberarme. La magia dentro de mí se agita, ya no es la corriente suave que era antes.
—Levántate —los dientes de Selene cierran suavemente sobre la manga de mi abrigo—. He limpiado mucho espacio, y ya no es peligroso para ella estar a mi lado. Déjalo.