La nada blanca se extiende en todas las direcciones. No hay arriba, no hay abajo, no hay sentido de espacio o tiempo. Mi último recuerdo me sitúa en el sofá de mi cabaña, el agotamiento finalmente llevándome tras lo que parecen días con un sueño mínimo. Sin embargo, aquí floto, en un vacío familiar. Un recuerdo juega en los bordes de mi conciencia: una sensación similar de caer sin movimiento, de existir sin aliento ni cuerpo.
«¿Por qué esto se siente tan familiar?» Las palabras desaparecen en el silencio, sin aire para llevarlas. Sin embargo, de alguna manera sé que las he pronunciado. Porque he estado aquí antes. En otro tiempo, otro sueño. Simplemente no puedo recordar