Capítulo 5 – Destino, libertad y el dilema entre la razón y el corazón

Remia, Ajax, Escuela Secundaria de Ajax - 10 de Junio - Año 512

 

Lunes por la mañana. Ajax apenas comenzaba a moverse. Esa misma mañana Lara había rechazado la oferta de sus padres de llevarla hacía el colegio. Quería sentir la mañanera brisa primaveral que estaba próxima a convertirse en brisa veraniega. Los rascacielos casi cubrían toda la luz del sol que llegaba al suelo. Era una hermosa mañana, lo supo cuando en la entrada de la institución apreció a lo lejos a Rhys Windsor recostado en la pared al lado de la puerta. Él se encontraba cabizbajo, leyendo un papel con sus auriculares colocados.

 —¡Rhys! —lo llamó cuando estuvo a metros de él—. Ey, te estoy llamando —añadió, quitándole los auriculares al llegar a él.

Rhys alzó su mirada y la confusión se hizo notar. Quizás un poco de incomodidad también. Rápidamente irguió su cuerpo y dejó de estar apoyado a la pared, para luego guardar el papel que estaba leyendo en su bolsillo.

 —Oh, Lara... ¿Qué tal? —la saludó él, acomodando sus auriculares por alrededor de su cuello. 

 —Bien, ¿Y tú? ¿Qué tal estuvo tu fin de semana?

 —Emm... Bien, supongo... Lo más interesante fue la salida que tuvimos el sábado con los chicos... Oh, y el partido de mi hermano ayer —recordó Rhys.

 —¿Tu hermano es deportista? ¿Qué juega? —Lara preguntó, curiosa.

 —Juega fútbol, está en el equipo de primaria de Ajax —comentó Rhys.

 —Oh, como tú, al parecer el talento para los deportes viene de familia —ella resaltó, entre risas.

 —Sí, más o menos. —Rhys rascó su nuca nerviosamente.

 No sabía muy qué estaba haciendo, se suponía iba a dejar de hablar con Lara. En realidad, se suponía que ni siquiera tenía que acercarse a ella. Aun así, con tal misión, casi imposible, en su mente, también debía encontrar lógica a sus acciones. Por mucho que se hubiese mentalizado para alejarse de ella, no era sensato hacerlo de la nada, porque eso sí se vería extraño, y no sólo para ella, sino que para todas las personas que los habían visto al menos una vez hablando el uno con el otro, incluidos Jake y Ashley. Por lo que no iba a dejar de hablarle de la nada, lo iba a hacer poco a poco, hasta que ese momento en el que todo se tuviera que terminar llegara, y al fin pudiera dejarla atrás... Sólo anhelaba que ese momento llegara pronto, si seguía así, tal vez su corazón no iba a aguantar, y por mucho que lo intentara... Sacar a Lara de su vida se le iba a tornar imposible. Y no quería que eso sucediera.

 —Demian, ¿No es así? Es el que sigue después de ti, el más pequeño es Vlas. —Ella intentó hacer memoria.

 —Lo recuerdas. —Rhys sonrió.

 Ella realmente le había prestado atención. Si seguía notando esos detalles su misión casi imposible evolucionaría a una misión completamente imposible... Y no, no podía pasar.

 «No, Rhys Windsor... No», pensó.

 —Sí, en realidad Ashley me ayudó con eso, ella habla mucho de Demian, ¿Es un chico divertido, no es así? Ella dice que es todo lo contrario a ti —dijo Lara.

 —Sí, lo es... Y sí, también es todo lo contrario a mí, es demasiado extrovertido y simpático, estoy seguro que te caería muy bien —aseguró Rhys.

 —Entonces deberé conocerlo algún día —respondió ella, con una sonrisa.

 «Maldita sea, ya llegué hasta ese lugar, ¿Por qué no sólo cerré la boca?», pensó Rhys, internamente molesto con sí mismo. Le hubiese encantado oír algo así de su parte algunos días atrás, antes de haberse mentalizado de tal manera. No tenía mucho sentido respondiera lo que respondiera, porque ella jamás iba a conocer a su familia... Ni él a la suya... Ni nada. Él lo sabía, todo iba a quedar en la nada entre ellos.

 —A veces me visita aquí, la Escuela Primaria de Ajax es parte de la secundaria, que a su vez es parte de la universidad, por lo que los recintos están muy cerca el uno del otro, sin ir más lejos, la primaria se encuentra detrás del campo de fútbol de la secundaria, y cuando no entrena el equipo de secundaria o el de preparatoria lo usan los niños de primaria, Demian la mayoría de veces se escapa del entrenamiento y se adentra por la institución en mi búsqueda, es muy divertido cuando se esconde de Archie para que este no llame a mamá —Rhys contó, entre risas.

 —Que lindo, aunque en realidad puedo entenderlo, debe ser un orgullo para él tener un hermano como tú, seguro que te ve como su modelo a seguir —dijo Lara, casi convencida.

 —Tal vez, yo tampoco hago demasiado como para no serlo igualmente, no es que no quiera que él me tome como un modelo a seguir, pero prefiero que siga siendo como es por sí mismo, es genuino, nadie debe querer ser como alguien más.

 —Puede ser... Pero que seas el modelo a seguir de tu hermano es muy lindo, Rhys, porque tú no eres un mal chico, y si él te toma como ejemplo... Llegará muy lejos, como tú.

 Rhys apreció la sonrisa en el rostro de Lara, casi embobado con su belleza. Podía decirse a sí mismo que no había oído lo que ella le dijo, pero claro que lo hizo, ella remarcó sus virtudes, y aunque muchas personas ya lo habían hecho antes, de su parte era más alentador. Pero por más alentador que fuera, aun no podía sacarse ese amargo sabor de boca que le recordaba a cada instante lo que había hablado con su padre días atrás, y esa decisión que había tomado. ¿Eso era algo que quería que su hermano tomara de ejemplo? Seguro no, tal vez por esa razón tomó las palabras de Lara por ese lado, e inevitablemente le hicieron recordar el camino que creía correcto para él.

 —Tú me dijiste que eras hija única, ¿Cierto? —preguntó Rhys, en un intento de desviar la charla sobre su familia, a su vez que de esos pensamientos intrusivos.

 —Sí, no tengo hermanos —Lara asintió.

 —¿Y nunca quisiste tener?

 —Sí, es algo así como un anhelo desde que soy pequeña... Siempre se me dificultó mantener amistades, mis padres debían estar de un lado al otro del país por temas de trabajo, y a veces nos instalábamos en un solo lugar por un par de meses, otras veces por semanas, otras veces por días, nunca era algo definitivo, y eso impedía que pudiera hacer un amigo, y pase una gran parte de mi infancia prácticamente sola en ese sentido —contó Lara—. De hecho, esta es la primera vez que sé el tiempo exacto en el cual me voy a quedar en un lugar, por eso creo que me acerqué a ustedes en primer lugar, si hubiese sido como antes no lo habría hecho.

 «Tres años», pensó Rhys recordando la información que su padre le había dado ese mismo día. Estuvo todo el fin de semana con ese detalle en su mente, analizando el tiempo, que con cada pensamiento cambiaba su propia percepción. Parecía mucho tiempo, tres años no se decían tan rápido, pero a la vez sabía que tres años no eran nada en cuanto a toda su vida, tres años era la edad de su hermano menor, tres años era el tiempo de amistad que llevaba con Ashley y Jake, tres años eran los que se convertirían desde que no veía a Artemisa. No era tanto, él lo sabía, y se aferró a esa lógica, a que tres años no podían condicionar su vida y su futuro de tal manera. Se aferró a la idea de que luego de tres años más, esos tres años iban a ser insignificantes. Y en diez, o en veinte... Probablemente ni siquiera la iba a recordar. Y al final de su vida... Lara Harch iba a ser sólo un pasado irrecordable. Olvidado.

 —Por eso siempre quise a un hermano, tener esa compañía, una relación como la que tú posees con ellos, cuidarlo y ser un ejemplo a seguir, sentir esa hermosa sensación de ser la hermana mayor... Me hubiese encantado, pero mis padres ya están grandes, y no creo que vayan a tener otro hijo a estas alturas, y menos con mi edad —ella continuó, con su voz algo desilusionada, tanto como melancólica—. ¿Tú crees que tus padres tendrán otro hijo? ¿Ellos son jóvenes, no? —preguntó.

 La pregunta de Lara lo tomó por sorpresa, fue tan abrupta y con un cambio de dirección tan repentido que ni siquiera lo dejó formular una respuesta instantánea. Sólo quedó balbuceando como un tonto.

 —Emm... No lo creo, ya somos tres, aunque quién sabe lo que desee mamá... No lo sé, ella es una gran madre, y siempre nos recuerda que somos su vida, pero no creo que tenga en mente seguir ampliando la familia, aunque apenas tenga treinta y cuatro años, pero Vlas recién es un bebé, y yo ya estoy en el pico de la adolescencia... Estoy seguro que nuestras vidas cambiarían en demasía con otro bebé en la familia, sería extraño —respondió el príncipe.

 —¿Y una hermanita? Me vas a decir que entre tantos hermanos no pensaste eso jamás —bromeó Lara.

 —De hecho sí lo hice, antes de que Vlas naciera, mamá estaba ilusionada de que él fuera una niña... Al final no, y nació el pequeño Vlas, tan igual a mí y a ella, eso hizo que nos olvidáramos rápidamente de esa ilusión que habíamos tenido al inicio, y ahora ya la doy por descartada. 

 —Espera, ¿Tu hermano es igual a ti? —preguntó Lara, sorprendida.

 —Es complicado de explicar, pero lo explicaré de una forma sencilla; si hay algo que nos caracteriza a los Windsor es nuestro color de ojos —Rhys indicó, colocando su dedo justo debajo de su párpado inferior—. Es normal en nuestra familia nacer con ojos verdes, no importa mucho la tonalidad en realidad, por ejemplo, mi madre posee ojos verde esmeralda, y mis tíos poseen ojos verde azulado, también el cabello castaño es una característica, pero eso se fue perdiendo con el tiempo desde que mis tíos se casaron con miembros de otras casas reales, aun así, volviendo al tema de mi hermano... Yo soy idéntico a mi mamá, y Vlas idéntico a mí, con eso ya deduces la conexión.

 —¿En serio? —Lara levemente se emocionó—. Que lindo que sea así, yo tengo parte de mi madre y parte de mi padre, heredé mi cabello y un poco de mi rostro de mamá, y el color de ojos y la nariz de papá... Una vez vi una foto suya de joven, y básicamente descubrí que saqué mucho de él.

 —¿Thomas Harch? —Rhys preguntó al notar que ella había mencionado a su padre.

 —¿Lo conoces? —Lara lo miró confundida, aunque no se sorprendería que él fuera capaz de conocer a su padre, no podía negar que no era algo que se esperaba.

 —No en persona, mi padre lo ha mencionado alguna que otra vez, sé que es alguien famoso, y muy importante —Rhys explicó.

 —Bueno, más o menos. —Lara bajó la mirada.

 En realidad no tenía problema de hablar de su padre, sabía que lo que Rhys apenas logró mencionar de él era sólo una mínima parte de lo que realmente era Thomas Harch mundialmente, y no subestimaba tal poder o influencia, de hecho, de ahí venía tal reacción. Ella conocía a la perfección lo que significaba el nombre de su padre, el estatus de su familia y las exceptivas que eso creaba en ella, la heredera de todo lo que le pertenecía a su clan, como lo era la Corporación Harch y el rango más alto en el Consejo Real del Reino de Fons. Lo sabía tanto que la pesadumbre se apoderaba de ella cuando recordaba lo que su nombre significaría en el futuro, cuando ella estuviera en ese lugar y tuviera que hacerle frente a un mundo del cual su propio padre siempre le advirtió. Seguramente estaría preparada para no ceder ante tal presión en unos años, después de todo, desde los doce años era instruida en muchas doctrinas que moldearían su capacidad, tales como la política o la economía.

 No renegaba el camino que recorría, en realidad, no asumía que ese fuera su destino, más que nada porque no creía en lo predestinado, mayormente por la influencia de su padre, quien siempre le permitió, ante todo, decidir lo que ella quería para su vida. Vio en el puesto de su padre un desafío, y quiso tomarlo, no se basaba en algo inevitable tanto como en algo definido, era tan flexible como ella misma, un reto era un reto, algo que definiría su propia habilidad para demostrar que poseía el poder de haber decidido por sí misma lo que quería para su vida, y justo lo más alto a lo que se podía llegar era ese puesto; ser el líder del clan Harch, su derecho de nacimiento, más que una obligación, lo vio como una oportunidad... Lara Harch algún día tendría todo eso en sus manos, así como la presión en su espalda, no era tonta y sabía que el mundo que llegaría ante sus ojos para ese momento no sería sólo aquello de lo que su madre siempre la quiso proteger, o su padre advertir. Era más, porque siempre era más, y su destino cambiaría en base a lo que ella fuera capaz de asumir, tal vez mucho, tal vez poco, tal vez, sólo conformismo, tal vez, sólo ambición. Tal vez, nada de eso.

 —¿Más o menos? —preguntó Rhys, apenas inclinando su cabeza en señal de perplejidad. Perdió el hilo conductor de la charla apenas percatarse del gesto de Lara.

 —Rhys, ¿Crees en el destino? —Lara preguntó, de la nada.

 Rhys paró. Su mirada se quedó colgada en la de Lara, aquella mirada dubitativa que lo escrudiñaba con lentitud. «Claro que lo hago», pensó, y quince años de su vida pasaron por su mente como una bala. Si tan solo se ponía a analizar esa pregunta podría incluso hasta darle la respuesta perfecta, la respuesta que incluso resolvería su dilema, y tal vez ella lo comprendería. O tal vez no, y todo hubiese sido en vano. El tipo raro que no encajaba en ningún lugar, el narcisista obsesionado con no ser una decepción, con la mirada perpetua en un destino difuso pero tan claro al mismo tiempo. Ella podría ver de él tanto como nadie lo hizo, y eso era peligroso, para él, y para su propio destino, ese en el cual creía. La vulnerabilidad era inadmisible a menos que fuera su familia, y ni con ellos era tan obvio. Ella no era nadie, y así debía seguir, ella no iba a ser nadie en veinte años cuando él ya fuera el rey, ella... No formaba parte de su destino, por lo tanto... No podía conocerlo... No podía saber esa respuesta.

 —No, del todo... —respondió, enredado en algunas palabras que no terminaron de aclarar nada.

 —Sabía que me darías unas respuesta ambigua, chico bonito —ella rio.

 —¿Por qué te ríes? —Rhys preguntó, también algo risueño.

 —Nadie cree en el destino en realidad, es una ilusión, algunos sólo se encierran en la idea de que tenemos un propósito en este mundo... Otros sólo se dejan llevar, y ambos creen que esa es la libertad... ¿Tu destino es tu libertad? —ella preguntó, su mirada siguió acechando a Rhys. Sabía que él no estaba siendo sincero, y no lo juzgaba, pero le gustaba saber que incluso el mismísimo Rhys Windsor era capaz de guardarse ciertos sentimientos para sí mismo.

 —No lo creo, incluso si mi destino estuviera definido desde antes de mi nacimiento, significaría que eso no me dejaría elegirlo, o sea... ¿Dónde estaría la libertad en eso? —Rhys reflexionó.

 —En verle lo bueno a lo que se supone estás destinado —Lara replicó.

 —¿Verle lo bueno? —Rhys la miró, esbozando una sonrisa.

 —Hay muchas cosas buenas que tendrán sentido en un camino en línea recta, muchas cosas buenas que, tal vez, hagan un destino inevitable más ameno... O no tan limitado. —Lara frenó, y su mirada volvió hacia adelante. Rhys estaba justo detrás de ella—. Eso te dará libertad, ¿Cierto?

 Ojos azules. Unos brillantes ojos azules que además del cielo regalaban una inmensa sensación de poseer fuego, con una mirada ardiendo como la lava. ¿Qué era eso que le hizo sentir tal mirada? ¿Ella lo estaba intentando convencer de algo? Pero si ni siquiera le había dejado en claro su verdadera realidad, nada indicaba que él estuviera encerrado en un dilema que consumía su vida y limitaba sus decisiones. Nada indicaba que él tuviera pensamientos reprimidos que no quería dejar salir por miedo, o por inseguridad. Nada indicaba que quería dejar todo atrás porque ese destino que le esperaba era solitario y no quería llevar a nadie a esa soledad. Nada lo hacía, entonces, ¿Por qué ella lo pudo deducir?

 O no. Tal vez él creía eso porque inconscientemente quería que ella sí lo supiera. Tal vez quería ver en ella un escape, o no. Tal vez sólo era esa señal que su cerebro buscaba para darle validez a los sentimientos que invadieron su corazón. Tal vez... Era todo eso, al mismo tiempo. Pero, ¿Por qué tenía que creerlo? Ella no lo conocía, ella no... No podía entenderlo. No debía entenderlo. Todo se vendría abajo si ella era capaz de entrar de tal manera en su alma... Todo por lo que se sacrificó tantos años, ¿A dónde quedaría? Él... No podía ser una decepción.

 —Lara... —su nombre salió sin permiso de sus labios.

 —Dime. —Ella sonrió.

 —Me... —tartamudeó... ¿Qué planeaba hacer? No, era estúpido. No—. Tú... —intentó seguir, pero su voz no salía. Estaba haciendo hasta lo imposible para evitarlo. Sabía que apenas dijera esas palabras... Nada sería igual. 

 «No hay un mañana sin ella... ¿Cierto?», se preguntó. No había un mañana sin él en realidad, sin nadie. Él había caminado quince años de su vida en soledad procurando hacerlo hasta el fin de sus días. Las consecuencias que dejaron sus sentimientos no entraban en la sentencia de su destino, el amor que se había apropiado de lo que logró sentir por sus seres queridos era lo único que podía antagonizar con sus decisiones. Quiso creer que jamás llegaría el día en el cual alguien colocara su mundo de cabeza, quiso creer que lo que hizo con Artemisa y luego con Ashley podía volver a suceder, quiso creer que lastimarlas había sido un mal necesario, y lo sería siempre que este fuera un obstáculo en su camino. Pero no, había algo que impedía que eso sucediera, y ni siquiera comprendía el nivel de lo que se enfrentaba.

 ¿Cómo amar a alguien que no conoces? ¿Cómo permitir que alguien que no tiene ni una pizca de idea de ti influya tanto en tu vida? Era ridículo y hasta injusto, porque sabía que no tenía el control de lo que sucedía con sí mismo, y se tornaba frustrado, quería realmente que su capa de egoísmo y apatía lo cubriera y evitara cualquier estúpida sensación de sentimentalismo de su parte... Pero justo esa persona de la que intentaba huir no era alguien a quien viera con esos ojos. En el pasado fue injusto con las chicas que amó, porque ellas no quisieron ser justas con él, por eso tampoco podía actuar así con su familia, o con Jake. Y ella, ella era quien más justa era con él. ¿Por qué tenía que ser la única que no lo viera como todo el mundo lo veía? ¿Por qué justo ella no tomó postura sobre sus palabras? ¿Por qué creyó en él? ¿Por qué le permitió confiar? ¿Por qué a todo? No quería seguir encerrado en un dilema sin respuesta, no quería sentir que tomar una decisión significara su perdición, o peor aún... Ser una decepción. No quería que todo se viniera abajo. ¿Qué le quedaría? ¿Qué sería de él? Esas preguntas eran eternas... Eran el núcleo de un circulo perpetuo, que no dejaba lugar a escape... Que no le permitiría ser libre jamás.

 «No... Mi destino no es mi libertad... Pero, así está bien... Mi destino... Es la única salvación para todos ellos».

 —¿Qué pasa Rhys? —preguntó Lara, no se preocupó, pero hasta cierto punto la actitud de Rhys la dejó desconcertada.

 —Tu destino... ¿Es tu libertad? —preguntó él.

 «No puede saberlo... Ella no puede entrar en mi vida, jamás».

 —Nah... Para nada, no tengo un destino, y no pienso en mi libertad... Sólo me dejo llevar, soy de ese tipo de personas —ella respondió, volviendo a su caminata por el pasillo de la institución. 

 —Ya veo —Rhys apenas murmuró.

 —Por cierto. —Lara volvió a parar su caminata—. Quisiera conocer a tus hermanos algún día... ¿Me los presentarás? —preguntó, con una sonrisa.

 —Emm, sí... Claro —respondió Rhys, tragando saliva—. Cuando quieras, estoy seguro de que a ellos les agradarías.

 —Que bien, bueno entonces, ¿Nos vemos en clase? —preguntó ella, parando en su casillero.

 —Debo hacer algunas cosas antes, pero sí, nos vemos en clase... Nos vemos, Lara. —Rhys, en lugar de frenar junto a ella, siguió de largo.

 —Nos vemos, Rhys. —Lara no lo siguió con la mirada, pero supo que ya se había alejado lo suficiente de ella—. Este chico... —suspiró, y luego esbozó una sonrisa—. Es bonito hablar con él.

 

Más tarde...

 

 El final de la segunda hora había llegado. Lara salía del salón de clase con destino a la cafetería cuando sintió la mano de Ashley apoyarse en su hombro, y a ella acercándose para comenzar a caminar a su lado.

 —¿Tú sabes dónde está? —preguntó Ashley, dándole una mirada. Lara hizo lo mismo, pero con una confusión plasmada en su rostro. Al parecer Ashley notó eso, porque continuó con su pregunta—: A Rhys me refiero... No apareció en las dos primeras horas, y muchas personas lo vieron hoy en la institución, es extraño que aunque haya venido no haya entrado a clases —añadió, con cierta preocupación.

 —Sí, vino, yo estuve con él en la entrada hoy temprano, hablamos un rato y luego me dijo que debía ir a hacer algunas cosas antes de clase... Desde ese momento no lo he visto —respondió Lara, intentando recordar.

 —Jake puede saber, pero tampoco lo he visto hoy... ¿Estarán juntos?

 —Probablemente... ¿Te has fijado en la azotea? Siempre está ahí.

 —Sí... Contigo —declaró Ashley, soltando una ligera risa, algo como insinuante.

 —¿Eh? ¿Y eso? —preguntó Lara, mirándola rápidamente.

Ashley tenía una gran sonrisa.

 —Ustedes han estado muy juntos últimamente, es extraño que no sepas donde anda, ¿No te ha hablado? Sé que también charlan mucho por llamadas... Tú debes saber algo —insistió Ashley, con un tono de voz reticente.

 —Es que... Sólo somos amigos, hablamos de las tareas, o quizás de alguna que otra tontería, nada más, no hay nada más entre nosotros —respondió Lara, un poco nerviosa. La actitud de Ashley era capaz de dejarla contra las cuerdas—. Y no sé dónde está, yo también estoy algo preocupada por él, hoy dijo algunas cosas raras, y ayer no contestó mi mensaje, ha estado extraño y no sé qué le pasa —añadió, bajando la mirada.

 —Ciertamente tienes razón, ayer salimos en la tarde y dijo algunas palabras extrañas, no sé muy bien a qué se refería, pero nunca había dicho algo por el estilo... Está raro, pero está así desde el fin de semana, porque antes sólo actuaba como actúa siempre... ¿Habrá pasado algo con su familia?

 —No lo sé... Pero todavía no comprendo por qué no sólo pide ayuda si es que algo le está sucediendo, ni siquiera es difícil, ni un error, yo no tendría problemas en ayudarlo si quisiera, sé que tú tampoco.

 —Asi es... Pero él siempre hace lo mismo... No sé qué sucede con él, ni con sus pensamientos, ni con su vida... Soy su mejor amiga y apenas lo conozco, este chico vive bajo un signo de pregunta y todo lo que hace es un acertijo... Tengo miedo de que cuando logremos descifrarlo ya sea muy tarde —ella suspiró al final, luego de terminar su declaración con una ligera voz temblorosa.

Quizá era miedo. Lara sabía a lo que se refería, ella había pensado algo por el estilo.

 —¿Por qué no sólo le envías un mensaje a Jake? Si te contesta puedes preguntarle si está con Rhys... Si no lo hace probablemente estén juntos y no sea necesario preocuparse tanto, ¿Jake contesta siempre, cierto?

 —Sí... Tienes razón... Lo haré... ¿Me acompañas a la cafetería?

 —Sí, de hecho ahí me dirigía.

 —Bien, vamos.

 

Mientras tanto...

 

 Dentro del depósito de balones de baloncesto del gimnasio, Rhys y Jake se encontraban escondidos... O algo así. Rhys sólo quería hablar con alguien de todo lo que le estaba sucediendo. No podía hacerlo con su hermano, no podía hacerlo con su madre, ni con Ashley... Y mucho menos con ella. Por lo que sólo le quedaba la única persona que sabría recalcarle sus errores, y no lo vanagloriaría. Su mejor amigo.

 —Espera... ¿Puedes repetir la historia desde el inicio? —preguntó Jake, sonriente.

 —Te estás burlando de mí, ¿Cierto? Ya lo hice tres veces —declaró Rhys, algo molesto.

 —Lo siento, lo siento... Es que... A ver, Rhys... En realidad el que va a volver al inicio soy yo —respondió Jake, con su cabeza concentrada en el intento de hilar las ideas—. Recapitulemos... Nunca te habías enamorado antes, luego sucedió lo de esta chica, ¿Artemisa? No sabías que estabas enamorado de ella y perdiste una gran oportunidad de ser feliz... Luego de esto pasó algo de tiempo, en el cual comenzaste a alejarte de muchas personas, porque cambiaste, como todos... Luego llegó Ashley a tu vida, y aunque te parece hermosa, buena chica, y probablemente la pareja perfecta para ti, no la quieres involucrar en tu vida porque crees que ese ambiente no es para ella, y que sólo la lastimarías... Y en consecuencia a todo esto, llegó ella... La chica perfecta... Lara Harch... Y aquí viene lo bueno... Estás enamorado de Lara.

 Rhys oyó todo lo que su amigo repetía de sí mismo y no podía creer lo complicado que era su vida amorosa, o lo más cercano a esta. Estuvo mucho tiempo disociado de esa realidad que lo acometía, no quería pensar en el amor, ni en ellas, porque fueron parte de una etapa de su vida que quería dar por terminada, pero que no hacía más que volver y volver, era como un fantasma que no iba a parar de perseguirlo hasta la eternidad.

 —Suena ridículo, ¿Cierto? —preguntó Rhys, recostado a una colchoneta, mientras negaba con su cabeza. Escuchó a Jake reír luego de esa pregunta.

 —No, no lo es, es demasiado normal diría yo... Ahora lo que me pregunto es; ¿Por qué no sólo te arriesgaste? Y no me refiero a tu desconocimiento ante lo que sentías por esta chica, Artemisa, ni tampoco a tu miedo de lastimar a Ashley... Me refiero a; ¿Por qué no sólo dejas de sobrepensar todo? Mírate Rhys, por Sun... Eres el chico del que toda chica quisiera ser novia, tú sabes que no existirá el rechazo jamás en tu vida, y haya sido Artemisa, Ashley o Lara, cualquiera de las tres te hubiera aceptado, porque pocos te conocen en realidad, y yo estoy seguro que ellas saben bien como eres, y conocen ese lado de Rhys Windsor que tanto te esmeras en ocultar... Sé lo difícil que puede llegar a ser convencer a tus padres y también está todo ese tema de ser rey, entre tanto, mis padres también son algo así de anticuados y me intentan convencer de que tengo que conseguir una chica de la nobleza, y hacerme cargo del negocio familiar, y bla, bla, bla... Sé que no tengo escapatoria de eso, pero no quita que no pueda también decidir lo que quiero para mi vida, si es algo inevitable sólo tienes que elegir el mejor camino posible hasta esa meta, y si no sale como quieres, no tienes por qué desanimarte, así es la vida, Rhys... No siempre se puede ganar, seas tú, o yo... O cualquier otra persona, somos humanos, aprendemos del error, es necesario... Pero no puedo decirte qué hacer Rhys, es tu vida, y tú eres mil veces más inteligente que yo, por lo que también sabes a la perfección qué es lo mejor para tu vida. 

 —Sí, claro... Mi hermano me dijo exactamente lo mismo —chistó Rhys bajando la mirada. «Lara también»¸ pensó—. ¿A ti te gusta alguien? —preguntó.

Aunque habían llegado a ese lugar para hablar de él principalmente, ese tema lo agobiaba, y no iba a negar que quería saber algo sobre la vida amoroso de Jake también.

 —Sí... Ashley —Jake respondió, sin vueltas. 

 Rhys quedó boquiabierto ante la respuesta de su amigo. Realmente debería estar bromeando, no podía ser cierto. 

—¿Qué? —preguntó anonadado, todavía sin creerle.

—Sé que suena increíble, nunca hubo ningún tipo de señal, ¿Cierto? Menos para ti, siendo tan perspicaz... Pero sí, hace mucho tiempo estoy enamorado de Ashley, pero sé que a ella le gustas tú, y que probablemente jamás consiga estar con ella, por lo que sólo me resigné, y comencé a salir con otras chicas... Pero con el pasar de los años se va volviendo cada vez más hermosa, y no sé cómo he podido seguir adelante, realmente no lo sé. —Jake se llevó las manos a su cara y las llevó de arriba a abajo.

—¿O sea que yo he impedido eso? Porque le gusto —preguntó Rhys, confundido.

—No del todo... Es Ashley, Rhys... No estaría con alguien como yo, ya sabes, por todo lo que he hecho... Nosotros somos muy contrarios, ¿Te diste cuenta? Todos piensan que eres un mujeriego, de hecho te rodean los rumores, pero en realidad no has tenido novia nunca, y de hecho no sabías que estuviste enamorado de una chica hasta hace poco... En cambio a mí no me dan la misma atención, ni creen que pueda por lo menos estar con una chica... Y bueno... Tú sabes el resto —declaró Jake, entre risas.

Rhys lo miró comprendiendo a lo que se refería, y comenzó a reír también.

—Eso es bueno para ti, al menos puedes ser bajo perfil y nadie te molestará jamás por lo que creen de ti... Ni siquiera tendrías problemas en seguir saliendo con otras chicas, no te verán con mala cara.

—Menos Ashley —declaró él, algo decepcionado.

—¿Cómo puede ser que no me haya enterado de esto antes? Te podría haber ayudado, no hubieras perdido nada con intentarlo.

—Una buena amistad... Además, ya te lo dije, a ella le gustas tú, y eso no va a cambiar.

«Tal vez», pensó Rhys. En realidad ayudar a su amigo saldría de su corazón, por más extraño que eso sonara, aunque, más allá de lo que hiciera por la amistad de Jake, sentía que tal impulso en realidad no era nada más que culpa. ¿No estaba siendo un hipócrita diciéndole todo eso, verdad? Si Jake supiera todo lo que había pasado entre Ashley y él en el último año tal vez no pensaría lo mismo de ambos, y más sabiendo que los veía como sus únicos amigos. Él no iba a negar que podría justificar su accionar con un: «No sabía», o con un: «Ashley es mi amiga también», y tenía un poco de sentido, si él se hubiese enterado de lo que Jake sentía por Ashley un tiempo antes, nada de lo que pasó entre ellos habría pasado, y no lo consideraría como una traición a Jake de su parte, aunque tampoco lo era, pero no podía arriesgarse a contárselo a Jake y que él pensara lo contrario. No era el momento. Eso le haría daño, y él realmente valoraba su amistad con Jake, como lo valoraba a él mismo, y lo último que podría pensar sería en lastimar sus sentimientos así como traicionar su confianza. Sin contar que le había prometido a Ashley jamás decirle a nadie lo que pasó entre ellos, o lo que pasaba entre ellos, ya que, por lo menos por el momento, no se había terminado.

«Nuestro secreto... Para siempre», la promesa que le hizo a Ashley vino a su mente. Ninguno estaba por encima del otro en cuanto a su amistad, a pesar de que todo lo que vivió con Ashley no se asemejaba para nada a lo que vivió con Jake, aun así, Jake sabía cosas suyas que ni Ashley ni nadie más sabía, o sabría, Jake era su lugar seguro, pero Ashley no se quedaba atrás, y a pesar de que adoraba a Jake con su alma, no podía negar lo lejos que había llegado su relación con Ashley... Y si se lo prometió, jamás sería capaz de romper tal promesa, aunque fuera lo último que hiciera.

«Lo siento, Jake... Realmente lo siento». 

—Por Sun, Jake, justo tú, después del discurso que me diste hace un rato me vienes a decir que hay cosas imposibles de lograr... Tú lo dejaste bien en claro; las personas cambian y nada es eterno, Ashley no va a vivir toda su vida con la idea de que yo soy su chico ideal en la cabeza, en algún momento cederá y buscará a otra persona que pueda darle lo que yo no... ¿Cómo sabes que no puedes ser tú? 

—Se invirtieron los papeles —bromeó Jake. Este suspiró y se lanzó hacia atrás, acostándose en su colchoneta—. No lo sé, Rhys... Ella es muy hermosa, su cabello y ojos plateados, esa sonrisa, su rostro tan pequeño, su mirada, su risa... Esa personalidad arrolladora, extrovertida y ambiciosa... Lo arruinaré, estoy seguro que lo haré... Es mi amiga y no quiero lastimarla, así que sólo me queda eso, verla ser feliz desde lejos... Porque es lo mejor para ambos.

—Maldita sea, ¿Qué carajos nos pasa con el amor? No damos un solo pie... Encima ellas son tan hermosas... Son como el fuego y el hielo. —Rhys también se colocó boca arriba en su colchoneta.

—Ja... Esas cosas que se te ocurren —rio Jake—. Por cierto... ¿Recuerdas a Deborah?

—¿Zaro? ¿La hija de Arthur Zaro? —preguntó Rhys, con curiosidad.

—Ella misma... El sábado tuvimos una fiesta en casa de un superior de tercero... Ella estaba ahí, es muy hermosa, tú sabes, cabello castaño lacio, ojos marrones claros, y esa figura con curvas, realmente me volvió loco... Terminamos en mi habitación... Y bueno... Sucedió.

—¿En serio? ¿Deborah Zaro? Pero ella es mayor que nosotros, ¿No está en segundo?

—Sí, tiene diecisiete... Pero Rhys, eso no fue muy importante... Ahora no sé qué hacer realmente, porque no voy a negar que ciertamente me gustó mucho, y ella no está para nada mal, es una gran estudiante, la mejor de segundo, es la vicepresidente del Consejo Estudiantil, y por último, pero no menos importante... Nuestros padres se conocen, no creo que intervinieran si llegáramos a comenzar una relación.

—¿Pero tú quieres?

—No estaría mal... ¿Crees que puedo estar en una relación? —preguntó Jake, girando su rostro hacia Rhys.

Este no se movió de su lugar, pero comenzó a reír ligeramente.

—¿Sabes? Que todos los fines de semana me cuentes que duermes con una chica distinta no ayuda mucho a mi idea sobre ti en el amor... Pero, ¿Quién sabe? Quizás sí puede funcionar —presumió Rhys, levantando sus hombros sutilmente—. ¿Te vas a olvidar de Ashley si comienzas a salir con ella?

—Debería... ¿Qué sentido tiene salir con una persona si estoy enamorado de otra?

—Vaya cuestión... No lo sé, también te gusta esa persona con la que estás saliendo, porque tampoco tiene sentido salir con una persona de la cual no estás enamorado.

—Ciertamente... No lo sé, debería pensarlo bien... Pero lo que sí tengo seguro es que voy a dejar de salir con otras chicas, no quiero darle una mala imagen a Deborah, como sí se la di a Ashley —explicó Jake.

Rhys estaba a punto de responder cuando escuchó su teléfono celular sonar. Tenía una idea de quien era, pero ante la duda de que pudiera ser su padre lo sacó de su bolsillo y chequeó el contacto: Ash.

—Es ella. —Le mostró la pantalla a su amigo.

—Ja... Al parecer la invocamos —rio Jake.

—No voy a atender —respondió Rhys, guardando el celular en su bolsillo de nuevo luego de ponerlo en silencio.

—Quizás está preocupada.

—Ella sabe que estoy contigo, si ninguno de los dos apareció en las primeras dos horas... ¿Tú no le dijiste nada, cierto? —preguntó Rhys.

—No... Aunque no tardará mucho en llama... —Jake paró cuando esta vez oyó su teléfono sonar—. Te lo dije —añadió, dejando ver el contacto de Ashley en su pantalla.

—Si quieres atiéndela —dijo Rhys.

—¿Seguro?

—Sí... Hazlo —asintió.

—Bien. —Jake colocó su teléfono en su oreja apenas atender—. ¿Qué sucede? —preguntó, antes de que Ashley pudiera decir algo.

—¿Dónde estás? —indagó ella del otro lado.

—En el gimnasio... Tengo partido el sábado y como capitán me tocó ordenar los balones y las camisetas... ¿Necesitabas algo? —preguntó con curiosidad.

—¿Rhys está contigo? No ha aparecido en las dos primeras horas, Lara y yo estamos preocupadas —respondió ella.

Jake notó algunos murmullos alejados del micrófono. Supuso que eran de Lara.

—¿Estás con ella ahora? —preguntó Jake.

Rhys oyó esta pregunta y le prestó atención. Formó una «L» con sus dedos y la colocó frente a los ojos de su amigo. Jake asintió en silencio cuando se percató que Rhys estaba preguntando si hablaba de Lara.

—Sí... Estamos en la cafetería —respondió Ashley—. ¿Quieres hablar con ella? —preguntó confundida.

—No, sólo quería que le dijeras que Rhys se encuentra bien... Estamos los dos aquí, se ofreció a ayudarme y ahora estamos descansando, volveremos para la tercera hora —avisó Jake.

Un suspiró de parte de Ashley se escuchó luego de sus palabras. Ella no respondió.

—Bien, los esperamos —dijo, luego de un largo silencio, para al final cortar con la llamada.

Jake guardó su teléfono y de un salto se puso de pie. Rhys hizo lo mismo y tomando ambas colchonetas las guardó dentro del casillero. Antes de seguir a Jake a la salida sintió una vibración viniendo de su bolsillo. Un mensaje de su teléfono.

 Al sacarlo y ver de quien era, notó que tenía varias llamadas perdidas de Lara. Y al final de estas notificaciones estaba la última... Un mensaje de voz de ella.

 —¿Me esperas? —preguntó Rhys, antes de que Jake cerrara la puerta con llave—. Mi madre me envió un mensaje de voz, lo escucho y te alcanzo —avisó.

 —Claro... Toma, cierra bien luego —respondió Jake, lanzándole la llave, para luego salir del depósito.

 Rhys rápidamente abrió el chat con Lara y tocó el botón de reproducción, para comenzar a escuchar ese audio:

Ey, sé que probablemente tomes este mensaje como una tontería, quizás creas que estoy siendo algo exagerada, pero realmente me parece extraño que me estés ignorando de la nada luego de lo de esta mañana... Si estás enojado o te sucede algo puedes decírmelo, no quisiera que luego de nuestro bonito comienzo dejemos de hablarnos abruptamente... Quizás quieras charlar después de clase, pero eso podemos arreglarlo luego... Nos vemos en el salón... Chico bonito.

 Rhys quedó con su celular sobre su mano, con su mirada fija, apreciando el inmenso y vacío suelo del gimnasio. Se sentía minúsculo ante la inmensidad de este, recostado en la esquina de una pared, el eco del viento que entraba a través de las ventanas corriendo dentro era lo único que dejaba intuir una ligera sensación de soledad. Ese lugar parecía una alegoría a su propia vida. Ante esta realización sonrió, ya no quería seguir pensando en lo mismo, había tomado su decisión y no iba a dar marcha atrás. Aunque antes de cortar con todo de una vez por todas quiso apreciar la belleza de esa chica una última vez. Y oyó ese audio. Varias veces seguidas. Tres, cuatro... Hasta cinco. Lo oyó hasta cansarse. Hasta que ya no le diera la misma sensación que la primera vez, hasta que ya no lo hiciera sentirse miserable. Lo último que quería era seguir victimizándose.

 Luego de ya recordar cada una de las palabras del mensaje supo que sería imposible borrarlo de su cabeza, le fue imposible la primera vez, le iba a ser imposible todas las veces que lo volviera a oír. Pero eso era lo último que le iba a quedar de esa breve pero bonita amistad con ella, de ese pequeño e insignificante lapso de su vida en el cual pudo soñar con una realidad distinta... Con ser feliz.

 Había estado hipnotizado varios segundos frente a la foto de perfil de Lara. Ya no podía verla igual, sentía como ligeramente su vista se volvía borrosa. Quizás iba a desmayarse. O sólo era un sueño... O en el peor de los casos... Estaba llorando. Esas pequeñas lagrimas que caían sobre la pantalla de su celular fueron la respuesta. Después de tanto tiempo podía sentir que se desahogaba, aunque sin nadie que comprendiera la razón... Ni siquiera él era capaz de hacerlo... Nunca entendió sus sentimientos, nunca entendió nada... Sólo se limitó a seguir adelante, sin mirar atrás, olvidándose de todos, de él, de lo que alguna vez pudo ser por sí mismo. 

 «Olvídate de ella... Ya no tienes salvación», pensó, cerrando sus ojos.

 Los abrió al alzar su rostro. El techo tenía un pequeño agujero, donde entraba apenas un rayo de sol. Sonrió al notar ese detalle. Hubiera sido muy irónico que eso fuera una señal, pero antes de pretender seguir cayendo en ilusiones y sueños que jamás sucederían sólo bajó la mirada y se colocó de pie otra vez. Guardó su celular en su bolsillo para luego comenzar a caminar hasta la puerta del lugar. Al llegar a esta, antes de cerrar con llave, alzó su mirada hacia ese rayo de luz de nuevo. Era tan visible como brillante entre toda la oscuridad del lugar.

 —El motivo de mi vida es que sean felices... Sólo me toca ser la sombra que haga su luz más fuerte... Sólo eso.

Y cerró la puerta. Abandonando el lugar.

 

 Más tarde... 

 

Salón de clases...

  

 Mientras estaba concentrado en resolver el problema que el profesor había propuesto en el pizarrón sintió un ligero tacto ajeno en su antebrazo apoyado sobre el pupitre. Al dirigir su mirada hacia este notó la mano de su compañera de asiento sobre un papel doblado. Ella estiró su brazo, y dejó el papel bajó su mano.

 Rhys lo tomó confundido, si ella quería decirle algo sólo tenía que hablarle, estaban uno al lado del otro después de todo, y luego de ese mensaje de voz tan evidente que ella le había enviado le pareció extraño que de la nada se pusieran a comunicarse con notas de papel como niños de primaria. Pero la curiosidad le ganó. Por eso abrió la nota.

 «¿Sucede algo?».

 «No, ¿Por qué lo preguntas?», escribió él. Y lo pasó de nuevo.

 Ella rápidamente lo tomó y lo regresó con su respuesta.

 «Estás demasiado callado, extraño viniendo de ti», debajo de ese mensaje había una carita sonriente dibujada.

Rhys sonrió notando eso. Y respondió:

 «Sólo estoy algo concentrado en lo que el profesor dice, aunque tengamos esta semana de descanso todavía estamos en período de exámenes».

 «Oh, claro... El mejor estudiante del colegio siempre está concentrado en sus estudios», respondió ella.

Rhys la miró rápidamente al leer ese mensaje, ella ya estaba esperando su reacción, porque lo miraba con una gran sonrisa. Rhys levemente se encogió en su lugar, ella era muy linda.

 «Deberías hacer lo mismo, para que luego no tengas que pedirme ayuda». 

 —Mira tú —la oyó decir en voz baja mientras escribía la respuesta al mensaje de Rhys.

 «Lo siento por hacerlo perder su tiempo, señorito, quizás la próxima vez tenga que conseguir otro tutor», ella rio cuando dejó el papel en la mano de Rhys.

 Rhys lo leyó rápidamente, y negó con su cabeza mientras esbozaba una sonrisa.

 «No creo que sea necesario, pero para la próxima sería mejor que al menos estés a mi altura, no quiero hacer todo el trabajo solo... Dame una mano, por favor», escribió al final.

 Lara lo tomó y sonrió mientras lo leía. Él notó su reacción ya que no podía quitarle la mirada de encima. Cada uno de los gestos que ella hacía con cada mensaje eran muy tiernos, parecía una niña divirtiéndose. Era extraño lo que ella le estaba haciendo sentir en ese momento, porque solamente unas horas atrás había intentado convencerse de que tenía que olvidarse de ella... Sabía que se le iba a tornar difícil, y no estaba haciendo nada para avanzar.

 «Haré lo posible... Pero mientras tanto debes guiarme, chico bonito».

 Ese mensaje rompió su mente. Quedó pasmado algunos segundos luego de leerlo. Sin saber cómo reaccionar, ni qué responder.

 —Bien... ¿Terminaron?

 La intervención del profesor fue su salvación. Lara rápidamente tomó atención a la clase y dejó de lado ese papel. 

 Rhys suspiró bajando su mirada, ni siquiera entendía la razón por la cual le siguió el juego y terminó por entrar en ese callejón sin salida, enredándose en los encantos de ella. Quizás que ella se sentara a su lado iba a ser un problema el resto del año, no iba a poder desviar su mirada, ni quitarse las ganas de hablarle, ni evitar que ella lo hiciera... Aunque probablemente fuera más fácil cortar todo desde raíz... Que ella jamás lo intentara... Si él no podía, ella tenía que hacerlo... Debía hacer que Lara lo despreciara hasta el punto de no hablarle jamás... Se iba a destruir... Mas que nada... Pero no lo iba a pensar de nuevo... Su única opción. Su maldita única opción.

 «Todo esto es una mierda», pensó.

Sólo vio lo horrible que sería seguir adelante desde ese momento. Porque en un segundo, se decidió. Sólo tenía que esperar a que la oportunidad de dejarse llevar se le presentara, esa oportunidad para destruirlo todo con palabras, o con acciones, esa oportunidad para poder perderlo todo. Mientras tanto, sólo debía seguir como iba hasta ese momento... Ya que mientras más alto se llegaba, más fuerte sería la caída, como Demian se lo había dejado en claro, por lo que mientras más avanzara su amistad con Lara, más impactante sería que él fuera el «villano» de la historia, mayor sería el dolor de la traición... Mayor sería el desprecio que Lara le tomaría... Y ya no podría arrepentirse jamás, realmente no habría salvación.

 «Nunca la hubo... Nunca la habrá», pensó.