—Señora Eileen. ¿Podemos hablar? —Aniya le envió un mensaje a su jefa. Últimamente, pasaba la mayor parte de su tiempo en el hospedaje. George Donovan había dado instrucciones especiales a la señora Eileen de que Aniya no debía unirse a la oficina hasta nuevo aviso.
El mismo día se envió un correo electrónico a todos los empleados de Star Corps que si se sentían estresados o ansiosos, eran bienvenidos a acudir al psicólogo designado por la empresa.
Aniya se examinó en el espejo. Su rostro se había vuelto más delgado, y las ojeras eran evidentes bajo sus ojos. Todas esas noches sin dormir eran visibles en sus facciones, haciéndola lucir más agotada que nunca.
—Estoy en mi oficina de Star Corps, Anaya —la respuesta de la señora Eileen fue pronta en el mensaje—. Si es importante podemos hablar por teléfono, o puedes venir aquí. De lo contrario, necesitas esperar, querida, hasta que llegue por la tarde.
Era urgente y Aniya no quería esperar.