Aniya los observaba a ambos como un fantasma. Se sentía como si hubiera vuelto a ser esa niñita que solía corretear por la casa, dando ataques de pánico a su mamá.
—Mamá. A este paso, la gala terminará antes de que incluso elijas un vestido —bromeó el chico.
Su madre le lanzó una mirada significativa —Para nada. Lo mandaré a hacer si no encuentro uno.
Él se rió sacudiendo la cabeza. Sin embargo, cuando levantó la vista y la encontró mirándolo, su risa se disipó al instante. La miraba intensamente. Su madre, que le estaba preguntando algo, frunció el ceño cuando no obtuvo una respuesta de su hijo —¿Qué pasó?
Ella giró la cabeza para seguir su mirada. Sus cejas se juntaron al notar a Aniya, parada inmóvil detrás del pasillo, solo con su rostro visible.
Aniya tragó fuerte, intentando mirar hacia otro lado. Dio un paso fuera del pasillo y agarró su bolso con fuerza.