Con la música fuerte, las puertas de la iglesia se abrieron y Abigail Sinclair entró sosteniendo el brazo de su papá. Incluso con el velo cubriendo su rostro, todos podían sentir su brillo radiante. Era extraño que mientras caminaba por el pasillo, recordara cómo estaba a punto de entrar en una iglesia similar para Dorian Maxwell. Le costó toda su fuerza de voluntad no estremecerse ante el recuerdo. Gracias a Dios, Liam la ayudó aquel día. Levantó los ojos y encontró a Liam, sentado en la primera fila con una sonrisa traviesa. Él estaba pensando lo mismo.
Abigail cerró los ojos y suspiró antes de que sus ojos se dirigieran al hombre que la esperaba en el escenario. Celine, Ariel y Lisa ya habían tomado sus lugares como damas de honor.
La volvió a la realidad cuando Rafael habló a Jorge, mientras la entregaba:
—Cuídala.
—¡Lo haré! —le aseguró Jorge con una sonrisa solemne.