Porque duele

Le rodeé el cuello con los brazos y bombeé mis caderas sobre su miembro erecto con más rapidez, sintiendo cómo golpeaba en lo más profundo de mi ser. En el invernadero resonaban nuestros gemidos apasionados y el sonido de nuestras carnes. Sentí que mis pezones se endurecían y que mis tetas se movían al ritmo del vaivén de mi cuerpo.

Empecé a gritar más fuerte y a apretarle las caderas con más fuerza cuando sentí que se acercaba el clímax. Las entrañas de mi coño se agitaban salvajemente, derramando más jugos sobre su vara caliente.

"¿A punto de llegar al clímax ya?" Reiner dijo en voz baja.

"Por favor... déjame llegar al clímax..." Supliqué sin aliento.

"No hasta que accedas a decírmelo..." Reiner dijo con firmeza mientras sus manos empezaban a empujarme ligeramente lejos de su cuerpo.

"No...R..." Protesté cuando sentí que sus grandes manos me agarraban de la cintura y me levantaban, sacando su enorme miembro de mis entrañas.