**¡Kabooom! ¡Boom!** El país de los exiliados estaba pasando por una crisis que no tenía precedentes. Después de tantos años, una guerra se desataba.
Soldados con trajes verdes, con fusiles y granadas en las manos, salían de pozos subterráneos. Incluso otros no se conocía el origen por el lugar del cual atacaban. Habían pasado solo 4 horas después de que el primer grupo del Semirreino Militar atacara, y ya había más de 300 muertos, en su mayoría ancianos y mujeres mayores.
El país de los exiliados no es conocido por sus hermosas estructuras; sin embargo, la catástrofe presente hacía que el aire estructurado que tenía se perdiera por vertir tanto caos en las estructuras y terrenos.
Bajo esa lluvia de fuego, humo y materia combustible expuesta, estaban los exiliados poniendo resistencia ante los soldados.
—¡Soldados Meat, acabaré con ustedes! —gritó un hombre grande con unos brazos enormes que atrás tenía más de 20 personas apoyando su ataque contra los soldados.
Un soldado Meat que vestía con un atuendo distinto al de los otros, puesto que su traje era de un modelo distinto, llevando así en el pecho una distinción de una estrella, levantó su arma para luego calibrar la mira y apuntó hacia la muchedumbre.
Uno de los personajes de atrás del sujeto de brazos fuertes se percató del arma con que este les apuntaba.
—¡Corran! ¡Corran! ¡Nos va a mandar a volar en pedazos!
El soldado Meat apretó el gatillo, más el silencio reinó puesto que el proyectil no fue sino hasta que impactó contra la gente unos pocos segundos después que explotó.
**¡Boom!** Pedazos de carne volaron en todo el campo. Fue como si la onda explosiva estuviese calibrada para solo hacer estallar en pedazos a las personas, puesto que el piso apenas se agrietó.
—¡Excelente tiro, capitán Shinji! —dijo uno de los soldados de ropa verde común.
El capitán Shinji levantó su mentón.
—Controlar el lanzagranadas a la perfección es mi especialidad. Aún puedo mejorar. Mira esas pequeñas grietas en el suelo.
—¡Capitán, parece que uno sobrevivió! —dijo sorprendido otro soldado común.
—¿Qué? Eso no es posible.
Al centrar la mirada, apenas el humo se disipa, una figura aparece detrás de la cortina de humo.
—No he fallado, soldado. Este sujeto está más atrás del resto y no estaba en mis cálculos.
—Es solo una sola persona. Yo me encargaré —dice Deren, un soldado sobresaliente en musculatura.
—Shinji, espera un momento. Este sujeto no está atacando. Podemos hacer que se una.
—¡Oye, chico flaco! ¿De dónde eres?
—Soy del pueblo del laberinto maldito. ¿Y ustedes?
—Somos un grupo que apoya a la erradicación del país de los exiliados, y necesito saber a qué bando apoyas tú.
El joven delgado respiró hondo e inhaló débilmente.
—Me llamo Lucsus, y no creo que compartamos los mismos intereses.
Shinji miró a Lucsus detenidamente.
—Parece que no entiendes tu posición —dice Shinji.
Luego se une a la conversación un soldado random.
—Llevémoslo a la fuerza. Aún conservamos 2 collares negros. Así se unirá a nosotros.
Shinji se toca el mentón para pensar detenidamente si convenía gastar un collar en este individuo.
—La verdad, necesitamos a más gente, así sea un flacucho, puesto que la cuarentena ya ha sido hablada públicamente, y las fuerzas del país exiliado van a matar a todo al que encuentren. Como nosotros nos vamos a ocultar para esperar a que esos dos bandos se maten, necesitamos más apoyo si queremos movernos en un tiempo.
Shinji mueve la cabeza de lado a lado.
—Hay que reunirnos con el resto del grupo para aguantar esta guerra.
Shinji saca un collar de su traje.
—Ten, soldado, ponlo en el cuello del sujeto.
El soldado lo toma y se acerca a Lucsus con un fusil con la mira viendo hacia abajo.
—No es nada personal —dice el soldado mientras intenta colocar el collar en el cuello, el cual es detenido por Lucsus.
—¿Qué es esto? —pregunta Lucsus.
El soldado chasqueó la lengua.
—No te hagas problema, mocoso. Solo póntelo.
—Quizás si me explicas la función...
—¡Ahhh, qué fastidio! —dice el soldado.
—Es para que pueda subyugarte, además de que estarás más a salvo con nosotros y, a su vez, esto te permite tener un traje y arma del Semirreino Militar. Es una habilidad de uno de los 4 cyborgs del Semirreino Militar o algo así. El punto es que no nos controla la mente, pero uno de nosotros descubrió cómo controlar la mente de otros mediante el collar y le enseñó al capitán Shinji.
...Después de decir todo eso, ¿aún así crees que voy a acceder de buenas? —pensó Lucsus.
—Una herramienta interesante, pero realmente no me interesa.
El soldado cambió la expresión, algo que no pudo escapar de la mirada al detalle de Lucsus, y antes de que levantase la mira, Lucsus ya le había lanzado un uppercut de gancho en la barbilla izquierda del sujeto, para luego quitarle el fusil en el aire antes de que este cayese al suelo.
Los soldados Meat se sorprendieron. ¿Este joven en verdad los estaba pasando por alto?
Apuntaron todos con sus armas a Lucsus, y Shinji dijo:
—¡No disparen!
—Capitán, pero él...
—Si ves bien, tiene el fusil viendo con la mira hacia abajo. Debe de tener un as bajo la manga. Debemos ser precavidos. Parece que lo estamos subestimando.
Lucsus...
Los soldados Meat, al mirar que su compañero no se levantaba, abrieron la boca.
—¡No puedo creer! ¡De un golpe lo noqueó! ¡Es muy fuerte!
Shinji pensó que Lucsus estaba confiado por no apuntar con el arma de inmediato; sin embargo, Lucsus la sostenía hacia abajo porque no sabía cómo usarla.
En cuanto al soldado que noqueó, parece que solo él se dio cuenta de que el traje se le desactivó un segundo antes de que este lo golpeara.
Y para más suerte de Lucsus, el traje le exprime la energía.
—Empezamos con el pie izquierdo. Me presento, mi nombre es Shinji, Lucsus.
—Estamos en plena guerra y no podemos tener bajas. De igual manera, este país entró en cuarentena, y si vas solo, tanto los soldados del Semirreino Militar como la resistencia del país de los exiliados dispararán a todo lo que se mueva. En otras palabras, ninguno de los bandos te favorece.
Lucsus pensaba en que la situación actual no estaba mal; más bien, puede que le convenga. Sin embargo, había que dejarles un par de cosas claras.
—Está bien. Si toca defendernos, no tengo problemas. Sin embargo, no toleraré ninguna agresión de su parte nuevamente. ¿Quedó claro?
Shinji asiente y camina hacia donde Lucsus para luego extender la mano.
—¡Hecho!
Lucsus la estrecha y sonríe débilmente.
—Camino hacia la base.
Shinji caminaba codo a codo con Lucsus.
—Por estos soldados no te preocupes. Igual son rankings bajos —le dice en voz baja a Lucsus.
—Ah, ¿entonces se clasifican?
—Así es, mediante un ranking que da el collar de Bonny del Semirreino Militar.
—¿No se supone que ustedes sean parte de ese Semirreino?
—Nosotros somos la excepción, puesto que Bonny nos entregó los collares y nos dio libre albedrío. El collar nos convierte en sus súbditos, pero ella no lo activa. Sin embargo, igual no tenemos otra opción que ir lo más cerca del Overlord del Reino Esquizo.
—¿Por qué no lo activa?
—Ella está de parte de los exiliados, o al menos eso parece. E ir al noroeste nos favorece, puesto que puede que nos acepten en la frontera.
Shinji se detiene en una casita de madera. Al abrir la puerta, Lucsus pudo percibir que no había nada, ni siquiera el cuadro completo de la estructura, puesto que estaba faltante de tablas.
Los exiliados, en su forma normal, levantaron lo que en el suelo parecía no haber: una tapa de material igual al pavimento, cubierta de tablas y abajo de acero.
Al levantarla, había una escalera.
Todos bajaron y, al poco tiempo de caminar, se encontraron con una gran cantidad de gente.
Había plantas de luz, reactores de oxígeno, e incluso bastantes cuartos. Y en medio de todo, lo que parecía un estadio, porque a su alrededor habían asientos.
Para la sorpresa de Lucsus, también había personas vendiendo en el suelo: comidas y armas. El camino recto era largo, y el lugar medía mínimo 500 metros de largo y de ancho un poco menos.
—Esto era, o es mejor dicho, conocido como el mercado negro del país de los exiliados. Acá puedes conseguir cámaras, teléfonos, ropas que no se permiten legalmente, entre otras cosas.
—Es impresionante. ¿Y la seguridad? Imagino que es alta, ¿no?
—Si no vinieras conmigo, seguro en los pasillos te hubieran disparado.
—Sin embargo, vamos al punto. Aunque se siguen haciendo cosas ilegales, ya el mercado ha cambiado, puesto que la guerra estalló.
—¿Y ahora cuál es el mercado?
—Hay muchos, pero para nosotros, los hombres, hay uno bastante rentable, y es el de entretenimiento.
—¿Apostar y ganar dinero por peleas? Eso para subsistir. Sin embargo, debes conseguir un patrocinador, pues las apuestas son caras. Además, es bajo sus condiciones cada pelea. Allí hay mucha gente de poder involucrada.
—Yo tengo un patrocinador, pero ese acepta todo tipo de peleas. Necesitamos recursos para seguir al noroeste. Vale la pena intentarlo, pues los otros trabajos no tengo contactos con ellos y pagan menos.
—Está bien.
—Entiendo. Hablaré con John para que en 2 semanas, o antes, organice tu primera pelea. La mía también será por esa fecha.
—Mientras tanto, entrena, Lucsus. Sé que eres fuerte, pero tienes que ver cómo entrenan abajo en el estadio. Allí te encontrarás con los rankings más fuertes, y para completar, ellos tienen el collar de Bonny. No sé si los permitan, puesto que todavía no han organizado la primera pelea.
—¿Algún lugar para alquilar?
—¿Tienes dinero?
—Nop.
—Ahhh. Hay una chica que necesita que la ayuden con la mudanza de unos metales pesados. Supongo que para ti será sencillo. Ofrece 300 monedas de plata. Lo haces en un día, y con eso fácil pagas un alquiler y compras algo para vestir y entrenar.
—Está bien, gracias, Shinji.
—Ni lo menciones. De igual manera, nos dirigimos hacia el mismo lugar.