El primer cyborg

**Frontera del país de los exiliados**

La guerra llegó a las fronteras. Los soldados Meat estaban por todos lados matando civiles; otros daban collares a quienes se rendían. Sin embargo, apenas se los colocaban, activaban la subyugación. Si notaban que el collar no sometía a la persona, estos le disparaban.

Solo era posible activar el collar puesto que había un cyborg de los cuatro del Semirreino Militar con el control para activarlo. De otra manera, amarrarían a las personas de pies a cabeza hasta que llegaran más collares, puesto que así el ejército del Semirreino Militar tendría un ejército más notorio.

—Los collares se están acabando —dice el primer cyborg del Semirreino Militar—. Este tenía ese título porque fue el primero en la alianza de Roblox, puesto que alguna vez fue parte de las fuerzas especiales del antiguo Semirreino de la Paz.

El cyborg camina muy despacio. Cada dos pasos que daba se escuchaba fuertemente el sonido metálico. Este ser tenía medio cuerpo de metal e, incluso, el ojo de su cara estaba hecho de vidrio, con un alumbrado rojo, el cual podía observar su entorno incluso con más claridad.

Ya llevaba cuatro días desde que empezó la guerra, y estaba harto, pues la cantidad de gente que seguía mostrando resistencia era mucha.

—¿Qué puedo hacer para acabar rápido con toda esta gente que tiene esperanza de escapar al Reino Esquizo? —se preguntaba aquel cyborg de ojo de vidrio.

Las conclusiones a las que llegaba eran muy drásticas, puesto que hasta las órdenes incumplió al decir:

—¡Soldados Meat, maten a todo aquel que se atreva a pasar por esa frontera!

Los soldados se juntaron. Estos tenían algo en común: muchos de ellos tenían la mirada muerta, pareciendo que estaban dormidos con los ojos abiertos. En cuanto al resto, que eran la minoría, no llevaban collar puesto que son soldados directo del Semirreino Militar.

Varios sujetos con niños, niñas y personas mayores de edad corrían despavoridos en dirección a la frontera.

**¡Ra-ta-ta-ta!**

Las balas de las ametralladoras de un escuadrón del Semirreino Militar atravesaron con gran facilidad el cuerpo de más de treinta personas. Unas se cubrían con los cuerpos de otros, usando la carne como escudo; sin embargo, otros hacían de escudos para sus niños en medio de esta matanza.

Un hombre y una mujer de rodillas eran los últimos que quedaron, puesto que los otros yacían en el suelo. Sin embargo, había varios en el suelo que tenían menos heridas que ellos dos y estaban inconscientes. Quiere decir que el hombre tenía una razón para no caer junto con la mujer.

El hombre cubría a la mujer, y las balas lo atravesaban a él, pero también traspasaban hacia la mujer que él protegía. No obstante, había una cara de determinación en aquel hombre que se acercó hacia la mujer arrodillada y la abrazó, pues la mujer que se encontraba en dicha posición estaba sangrando por la boca, sonriendo con múltiples balas por todos lados. No obstante, ni una bala pasó al bebé que estaba entre sus brazos.

—Si tan solo pudiera pedir un deseo… Quizás esto sea egoísta, puesto que he vivido una vida muy feliz. Pero si tan solo pudiera pedir algo más… ¡Sería que permitiesen que viviera mi hijo! ¡Te lo suplico con todo mi ser, por favor, universo! —dice la chica que llevaba en brazos un recién nacido que lloraba por todo el ruido y la muchedumbre.

El cabello de la mujer era blanco y su tez pálida, repleta de sangre. Eran síntomas de que no duraría ni un minuto más. La mujer comenzó a marearse. Cayó de lado, pero aún sosteniendo al bebé.

—¡Ataquen a los sobrevivientes! —dice el primer cyborg.

**¡Ra-ta-ta-ta!**

Las balas se dirigían justo hacia el bebé, puesto que el escuadrón que atacó esta vez estaba a un lado de la frontera, justo en la visión del recién nacido, pues el que dio la orden fue el cyborg que estaba a un lado del mismo escuadrón atacante.

El padre cayó de lado antes que las balas fueran disparadas. Sin embargo, la madre sacó fuerza en donde no tenía y cubrió al bebé con su espalda.

**¡Clang! ¡Clang! ¡Clang!**

Las ametralladoras se detuvieron al ver que las balas estaban siendo detenidas. A pesar de eso, el cyborg vio a la persona que estaba envuelta en dicha escena y dijo:

—¡Ataquen con todo! ¡Quiero todo el arsenal en ese sitio!

**¡Ra-ta-ta-ta! ¡Ra-ta-ta-ta!**

**¡Tac-tac-tac! ¡Tac-tac-tac!**

**¡Pum-pum-pum! ¡Pum-pum-pum!**

Ametralladoras, fusiles e incluso lanzacohetes fueron disparados a la persona que detuvo las balas de la ametralladora.

**¡Clang! ¡Clang! ¡Clang!**

**¡Clang! ¡Clang! ¡Clang!**

Todas fueron detenidas, siendo cortadas en varios fragmentos, incluso los cohetes. El sonido del acero cortando las balas en varios pedazos no fue más que el de un corte fino de un diamante cortando un metal con los equipos adecuados.

Esta escena intrigó mucho al primer cyborg. Los soldados del Semirreino Militar se quedaron atónitos. ¿Quién demonios era esa chica que podía cortar todos los ataques en todas las direcciones sin siquiera ver la bala? Los soldados se encontraban rodeándola desde un sitio alto. Quiere decir que su rango de visión es de 360 grados.

—Es un monstruo —pensaron todos. Sin embargo, tenían a una de las cuatro figuras más poderosas del Semirreino Militar, sin incluir al líder. Estos aún no entraban en pánico.

Después de que se disipó el polvo y la pólvora de dicha escena, una mujer de ojos marrones claros, cabello marrón lacio, aretes de oro en forma de estrellas y zapatillas sin tacones bajas de color marrón, además de su gran presencia y su piel blanca-jade que hacían ver su extrema belleza… La vestimenta de esta chica era sencilla pero muy vistosa en ella. Llevaba un vestido transparente como el de *Parabens* de Marilyn Monroe, y al igual que ella, tenía la misma seguridad que la cantante de *la realidad del valle de hinon*.

—¡Ahhh! —gritaron los soldados del escuadrón detrás de la chica.

—Yo, como una samurái, no puedo pasar por alto las atrocidades que han cometido. ¡Todos caerán ante mí con la ayuda de mi *shirasaya*! —dice una mujer morena.

**¡Slash! ¡Slash!**

Cortó con la katana a los soldados. Fueron cortes limpios y pulidos que dieron en puntos claves para armar un charco de sangre pequeño. La samurái no se llenó de la sangre de nadie.

Y saltó para, enseguida, darle primeros auxilios a la mujer, esposo, bebé e incluso a los sobrevivientes con un arte de sanación de bajo nivel que poseía.

La mujer de ojos claros que había detenido las balas dijo:

—¡Estás aprendiendo, Yeli!

La samurái apunta con la katana a la otra chica y dice:

—¡Quédate quieta! Yo mataré a todos.

**¡Zzzapppp!**

El cyborg interrumpe a estas dos chicas con un láser de su mano, el cual Yeli repele con dificultad, esto para no involucrar a los heridos, en especial a la madre e hijo.

**¡Ttzzzztt!**

—¡Es muy rápido! —piensa Yeli.

—Creo que nunca llegué a verte, pero eres tal y cual como decían los rumores, Condesa —dice el cyborg.

Iría sonríe débilmente y luego agarra ambas dagas en forma de postura de giro rápido.

—¡Bingo! —dice mientras se abalanza de frente a una alta velocidad por el suelo. Fue como si la velocidad del sonido viajara por tierra y luego escalara la pared en un abrir y cerrar de ojos.

Para cuando el primer cyborg se dio cuenta, una poderosa guerrera estaba al frente de él con una determinación, además de ojos de una persona implacable.

El ojo del cyborg tiene un sistema que se activa solo al estar en peligro y manda una explosión de llamas por todo su cuerpo, aunque eso significara quemar parte del suyo.

**¡Boomm!!**

Después de ser activado el sistema, Irina se apoya con el suelo de la torre de control de la frontera, dando giros para luego estar lejos en el aire, apoyándose aún más con el vuelo, esquivando así el ataque automático de su enemigo.

El cyborg no tiene tiempo para impresionarse, así que activa todas sus defensas y herramientas, el cual era un núcleo que, al colocarse en el centro de su abdomen, este hace que la otra mitad de su cuerpo no humano se transforme poco a poco a la de un robot.

—Mi nombre es Metali —dice el cyborg—, ¡y esta es mi forma completa!

Cubriendo así todo su cuerpo a lo que parecía ser un robot completo, incluida la parte de ambos ojos, quienes fueron reemplazadas por un lente.

Irina se queda observando en el aire.

—Sé cuál es tu nombre. ¿Cómo podría olvidar al cyborg que mató a tanta gente mía?

Irina desciende del cielo a una velocidad alarmante. Esto hace que el sistema del cyborg saltara:

—¡Peligro! ¡Peligro! ¡Peligro!

El cyborg voló con la ayuda de su traje de cyborg, pues más que fuego en la planta de sus pies robóticos tenía nitro.

La postura de Irina seguía siendo la misma de hace un instante: la de giro rápido.

Metali, al ver que estaba cerca, lanzó un láser al 99% de su energía, pues a esa distancia no podría esquivarlo con esa velocidad, además de que si lo pudiera hacer, saldría lastimada.

**¡Booommm!!!!**

El sistema robótico de Metali por fuera era el de un robot, así que, por ende, no podían verse las expresiones. Pero de igual manera, la expresión de él cambió al escuchar ese sonido, puesto que Irina había aumentado la velocidad y parecía la del sonido.

Con un giro, golpeó con su daga la muñeca de Metali, en donde el láser estaba siendo ejecutado. El poderoso ataque del cyborg fue inutilizado por completo, cambiando su trayectoria y rompiendo la salida de mucha energía.

**¡Klung!!**

Para luego seguir girando hasta asestar varios golpes con giros.

**¡Klung!! ¡Klung!! ¡Klunggg!!!**

Esto hizo que Metali se estrellara fuertemente con el piso. Además, al tratar de levantarse, notó que no tenía un brazo.

**¡Bammm!!**

—¡Ahhhhhhhh!!!!

La mayoría de sus partes están hechas trizas.

—¿Pero quién creó ese demonio tan fuerte? ¿Sin usar tecnología tiene ese poder?

Irina sostiene fuertemente su daga y es lanzada imbuida de su energía.

—¡Conexión sangrienta!!!

**¡Booomm!!**

La daga impacta contra el cyborg. Esta no logra atravesar el metal; sin embargo, la daga sigue en movimiento hacia la piel.

Metali intenta quitársela.

**¡Ziiipppp!!**

La daga atraviesa el traje del cyborg. Apenas Irina siente que lo hace, en sus ojos se extiende un color de un tono fuerte que crece como una raíz.

De pronto, el cyborg comienza a ser despojado de manera no permisiva de su traje.

—¡Ahhh!!!

Los gritos de dolor se debían a que esto estaba impregnado a su piel. Este activó el comando «Separar arma» para que la daga de Irina no le afectase.

Irina ríe sádicamente:

—¡Jejejeje je! ¿Qué dulce? ¿Ya te estás deleitando con tus gritos tan rápido?

**¡Swoohh!!**

Un movimiento amplio de la katana cortó el viento y lanzó un corte de fuego que engulle a los soldados Meat y del Semirreino.

La hermosa mujer que lanzó dicho ataque gozaba de gran atractivo físico; sin embargo, a esta sensual mujer de falda negra apretada, no era atracción sexual lo que sentían en este momento por ella, sino miedo.

—Bonny, Celica, Kevin y Rías de seguro ya están por llegar. Creo que ellos ya habrán acabado con los soldados del otro lado de la frontera. Creo que son lo suficientemente buenos como para eliminarse a esos más de cien escuadrones en este tiempo. Ya deberían estar por alcanzarnos. ¿Crees que puedes terminarlo rápido? —dice Yeli.

—No —Irina niega la petición de Yeli a frías, puesto que su venganza contra este ser apenas comenzaba—. Si nos alcanzan, me lo llevaré como prisionero para que continúe sufriendo.

Yeli suda un poco; sin embargo, ¿qué puede hacer ella? Una samurái que no está a la altura de poder como semejante guerrera que es Irina.

—Yo soy solo una samurái de bajo rango, además de que desconozco la furia que debes de tener. Sin embargo, yo también comparto algo de la tuya, así que…

Irina interrumpió a Yeli:

—Lo sé.

—¡Eh! ¿Qué sabes? —Yeli queda perpleja.

Irina mira directamente a los ojos de la mujer morena:

—Siempre he sabido que tú eres del Semirreino de la Paz, así que entiendo que tú también… sientes un poco de mi furia hacia ellos.

—¡Ahh! ¿Pero cómo sabes? Si mis padres me trajeron aquí años antes de que el Semirreino de la Paz entrara en guerra…

—Lo noté por tu estilo de pelea. Uno de mis maestros era un cultivador marcial y, al igual que tú, usaba la *shirasaya* imbuida del fuego. Lo único que cambia es que él usaba el fuego de dragón y tú usas el fuego de la salamandra.

—¡Ehhh! ¿Qué? ¿Acaso conoces todos los estilos?

—La gran mayoría —responde con desdén Irina.

La cara de Yeli se llena de emoción y grita:

—¡Ahora te amo aún más! ¡Eres mi ídolo!

—¡Dice con desesperación y gran excitación, Yeli!

—¿Ehh? —Una expresión de repulsión no muy notoria es lanzada por Irina.

—¡Haaaaa!!!

Irina exhaló fuertemente:

—Está bien. Si una respetable samurái de mis tierras me da una opinión, la escucharé. Y por hoy cumpliré.

Las pupilas de los ojos de la sensual y poderosa samurái se dilatan…

…Y sonríe felizmente.