Zhang Cong abrazó el brazo de la Anciana Madam Zhang de manera insinuante. No es que Zhang Qian ya no pudiera darle esos 1,000 dólares, alguien tenía que darle algo de dinero.
—Abuela~ Mira lo fuerte que mi padre golpeó a Sun Yan hace un momento. ¿Puedes darme algo de dinero para comprar algunas frutas ~ —dijo Zhang Cong.
—¿Frutas? ¿Qué frutas? ¡Aún tienes la cara para pedir dinero! Si sabes esto, ¿por qué no nos lo dijiste antes! Si yo lo sé, ¡cómo no va a recibir nuestra familia ni un centavo! ¡De verdad que criamos a esos dos niños para nada durante tantos años! ¡Cuánta comida que pagué comieron! ¡Solo de pensarlo me duele el corazón! —dijo la Anciana Madam Zhang con una expresión de dolor.
—Yan Yan está embarazada de tu bisnieto! ¡Vas a ser bisabuela! ¡Justo ahora, mi padre casi manda a Sun Yan al hospital con esa bofetada! ¡No puedes solo preocuparte por esos dos niños y no por tu bisnieto! —dijo Zhang Cong señalando la habitación en la que estaba Sun Yan.