Haciendo Realidad los Sueños

—Está bien, ya estoy mejor. No te enojes por esto, abuelo. Iré contigo a la montaña mañana —dijo Qiao Mei con una sonrisa.

Tenían que ir a la montaña a hacer la última ronda de recolección. Era el final de la temporada de cosecha de otoño. Aunque ya no había verduras silvestres, frutos secos como piñones, avellanas y castañas estaban por todas partes y listos para ser cosechados.

Si lograban recoger bastante, podían venderlos por 50 centavos el catty.

—¿Por qué quieres ir a la montaña? Quédate en casa y descansa. Yo todavía puedo encargarme de la recolección de estas cosas. ¿No me he encargado de ello en el pasado? No te preocupes —dijo Qiao Qiang tercamente.

En el pasado, Qiao Mei era glotona y perezosa. Lo que pudiera pedirle a Qiao Qiang que hiciera por ella, ella no lo haría. Incluso necesitaba que Qiao Qiang la ayudase a ponerse el abrigo cuando salía.

Se comportaba como su ancestro en vida.