La pareja probó las semillas con duda. Después de probarlas, no pudieron dejar de comer. El hombre también pensó que eran muy caras, pero para parecer generoso y no avergonzarse frente a la chica que le gustaba, decidió no preocuparse demasiado por esos pocos centavos adicionales.
—Dame dos vasos —dijo el hombre.
Poco a poco, Zhang Qin se dio cuenta de que las personas que venían al cine eran todas parejas jóvenes. Muy pocas personas venían solas a ver la película. Si era una pareja la que venía a comprar semillas juntas, Zhang Qin tomaba la iniciativa de sacar algunas semillas de su bolsa y dárselas al hombre para que las probara.
Se dio cuenta de que usualmente era el hombre quien pagaba la compra, así que darle al hombre una muestra era la forma más rápida de concretar una venta.
Cuando ya casi habían vendido todo, los tres recogieron sus cosas y se fueron a casa.
—¡Estamos de vuelta! —Zhang Wei y Zhang Qin corrieron felices hacia el patio de Qiao Mei.